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"Un completo desconocido" (2024): Bob Dylan revisitado

La reciente cinta de James Mangold nominada al Óscar destaca por momentos a partir de su protagonista y la música del legendario cantante, pero hace extrañar la habilidad que el director mostró en otros trabajos.



Por Gustavo Vegas Aguinaga                                          CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL

“Un completo desconocido” (2024). Fuente: Indie Hoy
“Un completo desconocido” (2024). Fuente: Indie Hoy

Un completo desconocido (A complete unknown) narra un fragmento de la vida artística y personal de Bob Dylan, mítico cantautor estadounidense, y lo hace de una manera bastante formal y común, quizá demasiado en ciertas ocasiones, por lo que resulta en una película que sorprende muy poco. Hay cierto paralelismo entre las formas de la cinta con aquellas imposiciones que hacían los dirigentes del festival de folk sobre el mismo Dylan: debía regirse a las normas, a lo clásico, a lo preestablecido y no mostrarle nada nuevo al público. Pareciera que el director James Mangold les hace caso en este biopic y opta por complacer a la audiencia, darles más de lo mismo.

 

Otra lectura que se puede extraer de la película parte también de esa secuencia del concierto. Johnny Cash (buen Boyd Holbrook) y otros le dicen a Dylan (Timothée Chalamet) que haga lo suyo, a pesar de que no lo entiendan, que ha triunfado. La cinta se asume, entonces, como esa obra incomprendida que se desarrolla y exhibe sin importarle el abucheo iracundo del público, pues unas cuantas mentes privilegiadas sí serán capaces de apreciarla correctamente. Paso en falso de Mangold y compañía. De todos modos, estas revelaciones llegan muy tarde cuando desde las primeras escenas ya nos describen a Dylan como un prodigio inexplicable e infranqueable, con una única opción: adorarlo.

 

De todos modos, no es tarea sencilla hacer una película a la altura de uno de los artistas más importantes de la historia de la música, pero no por tal motivo debe dejar tanto por desear. En concreto: la película emociona, se sabe, más por la música misma de Dylan que por su factura cinematográfica. Escuchar tantos éxitos juntos y ver cómo se funden con algunas imágenes bien logradas en pantalla resulta en una experiencia agradable. Añadido a eso destaca bastante la presencia estelar de Chalamet como Dylan, en una especie de juego donde una estrella en ciernes revisita y reinterpreta los inicios de otra, que luego se convertiría en mito.

 

"Un completo desconocido". Fuente: The New Yorker
"Un completo desconocido". Fuente: The New Yorker

Triste y lamentablemente, esto no es suficiente. Timothée Chalamet logra darle emoción a la leyenda viva de Dylan; sin embargo, la historia no enamora por igual. El mito ya está hecho y los misterios descubiertos. Mangold se ampara en Chalamet y deja que su magnetismo guíe la película. Como en el disco de 1963 (The Freewheelin’ Bob Dylan), la cinta maneja sin pedalear o suelta su propio manubrio. Fuera de las canciones, el otro asunto de interés en Un completo desconocido es la vida personal de Dylan y su relación con la gente que orbitaba alrededor suyo. No llega a ser tan meritorio mostrar ese lado humano de la leyenda -pues es un recurso clásico de los biopics- y verlo como un patán. Mangold se guía de los discos de Dylan de 1964 y, entre lo cómico y lo curioso, construye estos cambios en el personaje al mismo tiempo que los tiempos cambian, (The Times They Are A-Changin’) con el fin de mostrarnos otra cara (Another Side of Bob Dylan).

 

Hay otros momentos de lucidez y despliegue de habilidad que están bien logrados, como la presentación de Dylan con Joan Baez (brillante Monica Barbaro) donde Sylvie (suave Elle Fanning) se da cuenta de la incontenible química de los primeros dos. En un momento de claridad, Mangold elabora un contraste entre la música, la cercanía de Dylan y Baez siempre juntos en el plano y ese contraplano de Sylvie sola, alejada en su sitio y alejada también de la canción, o, en definitiva, de Dylan (y de la película). Me pareció destacable también esta circularidad de la película en Tanto a Dylan y su origen, ese afecto y admiración que tiene por Woody Guthrie (silencioso y sutil Scoot McNairy) y cómo busca en su interior ese motivo para finalmente irse. Es otro contraste tierno con un Dylan que regresa a sus inicios (Bringing It All Back Home, 1965) porque sólo así conseguirá escapar (No Direction Home…, 1966).

 

En esta escapada final vemos una de las ideas que busca trabajar la película, incluso desde su título: Bob Dylan como un completo desconocido y ese orgullo de pasar de ser nadie a ser inconmensurablemente famoso, pero también esas ansias y añoranzas de rehuir tal fama y regresar a ser un extraño. En esos planos de Chalamet en motocicleta, en modo easy rider, vemos que sí logra, al menos por un rato, convertirse en eso que el título de la película advierte. Bob Dylan rechaza sus dones, su talento, su fama, su habilidad, su grandeza, su aura, ser dios para pasar desapercibido, común, mundano, casi sin flashes ni destellos. La película, claramente, no puede permitirse lo  primero, pero logra bien lo segundo.



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