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“Tipos de Gentileza” (2024): el deseo de dominar y ser dominado

Yorgos Lanthimos vuelve al estilo que lo marcó en sus primeros largometrajes con una película antológica, donde se muestran múltiples facetas de control, la ilusión del libre albedrío, y perversos espectáculos de subyugación, acompañadas por un retorcido sentido del humor.


Por Agustín Baella Arsentales              CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL

Luego de La favorita (The Favorite, 2015) y Pobres criaturas (Poor Things, 2023), películas más accesibles dentro de su filmografía, Yorgos Lanthimos regresa con Tipos de Gentileza (Kinds of Kindness, 2024) a las inexpresivas incursiones de una crueldad surrealista, la exploración del absurdo, una lógica bizarra y sombría, por las que se hizo conocido con películas como Canino (Kynódontas, 2009) o El sacrificio de un ciervo sagrado (The Killing of a Sacred Deer, 2017). Por ello no es casualidad que haya escrito el guion junto con su colaborador habitual en este tipo de trabajos, el también griego Efthimis Filippou.

 

Tipos de Gentileza es un tríptico que sigue a un hombre que vive bajo el yugo de su rico jefe, cumpliendo con las órdenes que le asigna, hasta que intenta tomar el control de su propia vida; a un policía paranoico cuya esposa, que estaba desaparecida en una expedición marina, regresa, pero tras una serie de señales no parece ser la misma; y a una mujer decidida a encontrar a un ser prodigioso que está destinada a convertirse en una líder espiritual de una extraña secta de estricta doctrina de pureza corporal. Son tres historias no necesariamente conectadas y protagonizadas por el mismo grupo de actores que aparecen en roles diferentes en cada uno de los capítulos: Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe, Margaret Qualley, Hong Chau y Mamoudou Athie.

 

Por más confusa que pueda parecer, no se trata de una película en la que se que tenga que poner en su lugar las piezas del rompecabezas. Es una película de Lanthimos, lo que significa asumir en la interpretación de sus personajes comportamientos extremos, casi teatrales, en los que se van degradando; gestos lobotomizados; una forma de hablar inexpresiva, casi robótica, en la que dicen lo que piensan sin tanta complicación; autómatas que parecen conocer por primera vez algún tipo de sentimiento; siempre rodeados de escenarios asépticos, extrañamente insulares, como alejados de la sociedad. Características que contribuyen a la ausencia de cualquier tipo de gentileza por parte de los personajes.

El vínculo que parece unir estas tres historias es una fascinación por las dinámicas de poder que gobiernan las relaciones humanas. En el caso de la película se da en tres escenarios: de jefe a subordinado, de marido a mujer, de líder a seguidor. Traducidos en parte de los pilares sobre las que se sostienen muchas sociedades: el trabajo, la familia y la religión. En esta relación se encuentra el deseo de dominar y ser dominado o, incluso, ambos. Pero también una dependencia afectiva que se distorsiona. Es así como en Tipos de Gentileza está presente el miedo a la libertad ilimitada que se manifiesta en el deseo de los personajes por encontrar a alguien que les diga qué hacer: en el primer segmento, Robert espera las órdenes de su jefe, pero encuentra un vacío existencial cuando deja de hacerlo; en el segundo, Liz cumple con todo lo que le ordena su esposo para intentar reconciliarse, incluso hasta atentar contra su propio cuerpo; y en el cierre, Emily deja a su familia para unirse a una secta sexual, haciendo sacrificios por pertenecer a ella a pesar de los vejámenes por los que pasa.

 

Por otra parte, en su segunda colaboración musical con Lanthimos luego de Pobres criaturas, el score de Jerskin Fendrix crea un paisaje sonoro desolador en base a un piano solo y música coral. Adoptando una vez más una estética minimalista de una instrumentación reducida a unos pocos elementos, el piano disonante recuerda a la Musica Ricercata No. 2, de Ligeti, usada en Ojos bien cerrados (Eyes Wide Shut, 1999), de Kubrick. Las piezas vocales, por su parte, se insertan de manera abrupta y portentosa, lo que refuerza la sensación de inquietud. Sin embargo, también se pasa a un registro musical opuesto con escenas más ligeras donde suenan temas pop como Sweet Dreams (Are Made of This), el cover de How Deep is Your Love interpretado por Margaret Qualley, o incluso el baile final de Emma Stone sobre un tema de Cobrah, Brand New Bitch, que proporcionan momentos de respiro. Lo interesante también es reconocer en las letras de estas canciones temas que atraviesan la película, como la dominación, la dependencia emocional o el deseo sexual.



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