Se presentó la ópera prima de Paola Cortellesi, que crítica y se burla del machismo, pero siguiendo de manera insólita formas tradicionales de la historia del cine italiano.
Por Alberto Ríos FESTIVALES / SEMANA DEL CINE
El melodrama y la comedia son dos géneros clásicos del cine italiano. Diversos autores como Rossellini, Monicelli, De Sica o Rissi han sabido utilizarlos, principalmente en obras realizadas en la posguerra. La actriz Paola Cortellesi rescata la tradición de ambos y los fusiona para crear en Siempre nos quedará mañana (C'è ancora domani) una sátira sobre el machismo incrustado en la sociedad italiana, que ha sido un éxito de taquilla en su país de origen.
En la Roma de la posguerra, Delia trata de sacar adelante a su familia, que vive en un semisótano de un barrio de clase trabajadora. Ella debe convivir con Ivano, un marido maltratador, su suegro insufrible, su hija Marcella y dos niños revoltosos y malcriados. Todos confían en que el inminente compromiso de Marcella con un joven adinerado les saque de apuros económicos.
Fuera del hogar, Delia, interpretada por la propia Cortellesi, es un ser lleno de vitalidad. Funge de mil oficios e intenta hacer todo lo posible para ayudar a su familia: aplica inyecciones, remienda ropa, fabrica paraguas y lava sábanas de diversas personas a lo largo de la ciudad. Es cuando vuelve a su casa que se ve reducida por un marido maltratador, que encarna todos los rasgos comunes del machista. Será en los momentos de agresión donde la directora utilizará todos los recursos a su disposición para satanizarlos y ridiculizarlos sin quitarles un ápice de violencia. Cada vez que vemos que Ivano le levanta la mano a Delia, se genera una coreografía acompañada de música moderna, muchas veces romántica, que remarcan lo absurdo de la situación, mas no la suaviza ni le quita peso dramático.
También destaca Marcella (Maggiora Vergano), su hija, quien busca casarse con Nino, el hijo de unos prósperos dueños de una cafetería. Ella crítica la falta de acción de su madre y se avergüenza de su incapacidad de responder ante Ivano, sin darse cuenta que muchas veces lo hace solo para proteger a su familia. También teme repetir los patrones que han llevado a su madre a una vida de infelicidad.
Cortellesi, en su ópera prima, toma decisiones interesantes desde lo formal y estilístico. Le película está filmada en blanco y negro y tiene una relación de aspecto en 4:3. Todo está planeado para parecerse y homenajear a las películas del neorrealismo, así como su simpleza. El guion es directo, ágil y explora ideas que pueden resultar ya vistas: la madre que se sacrifica por la familia ante una situación de abuso. Sin embargo, es en su manera de filmar estas situaciones que la cinta cobra una personalidad propia.
Siempre nos quedará mañana, dentro de su narrativa directa, articula una crítica a la sociedad machista y una reivindicación de la lucha por la equidad, igualdad y libertad de las mujeres. Porque, al fin y al cabo, el gran punto de la película es que el patriarcado no está solo en el pasado. A través de su sátira, también pone en relieve el problema persistente de la violencia doméstica en Italia.
De cualquier modo, la cinta de Cortellesi sorprende no por su historia, sino por su manera de encararla.
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