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Estamos ante dos películas muy distintas pero que giran alrededor de la masculinidad. Estas cintas vistas en la Semana del Cine, reflexionan sobre las dimensiones de la figura del “macho”, desde la idiosincrasia de los países en los cuales se ambientan.
Por José Carlos Cabrejo y Marcelo Paredes FESTIVALES / SEMANA DEL CINE
Entre la tradición y las tensiones homoeróticas
Días ardientes (Kurak günler, 2022) de Emin Alper cuenta la historia de un fiscal que llega a un pueblo chico, que es un infierno grande, en Turquía. El protagonista se enfrentará a costumbres que van en contra de la ley, y que lo envolverán en una situación que pone en riesgo su prestigio y su vida. La película está narrada de una manera eficiente, aunque previsible dentro de ciertas modalidades expresivas del thriller.
Sin embargo, la película logra sacudirse de ello a partir de la relación del fiscal con un periodista. Sus miradas o acercamientos en medio de la playa, o en escenarios interiores, muestran tensiones y sugerencias homoeróticas cada vez más palpables. Así, Días ardientes enfrentará a ambos personajes con diversas problemáticas: la homofobia, el machismo, la corrupción, y las fake news. Cierto, estamos ante una cinta plagada de lugares comunes, pero que en ese vínculo adquiere una fuerza singular que la libra de éstos.
Cabrejo
La masculinidad a la caza
La pregunta que surge luego de ver La integridad de Joseph Chambers (The Integrity of Joseph Chambers, 2022) es: ¿qué es lo que realmente se necesita para ser “hombre”? Las comillas por supuesto serían porque, más que una cuestión de sexo, es una cuestión de qué significaría ser lo que la sociedad espera de un hombre. La película de Robert Machoian cuenta la historia de un sujeto proveniente de la ciudad, que, al mudarse a un espacio rural, quiere aprender a cazar para alimentar a su familia.
El querer aprender esa actividad típicamente masculina busca también llenar esa fantasía que él mismo ha idealizado de lo que podría ser un “hombre cazador”. Es en el momento que decide emprender su viaje al bosque que la realidad no es tan épica como uno piensa. Machoian usa estos espacios inmensos para sumir al protagonista en un delirio, donde la verdadera presa termina siendo él mismo. Esto se amplifica una vez que las cosas no resultan como él lo pensaba, y somos trasladados a un plano completamente interno del personaje.
Es impresionante cómo el desvarío se va dilatando a un punto de volverse una pesadilla, en la que Joseph Chambers se ve envuelto en un dilema moral. La incertidumbre se va haciendo más y más dolorosa. Con ello, la cinta, como se menciona al inicio, enfatiza mucho esta idea de poner en cuestionamiento la figura del “macho alfa”, usando al máximo cada recurso visual y sonoro que aplasten todo ápice de triunfo de esa fallida aventura. Una gran experiencia sensorial que destaca mucho en esta muestra de Semana del Cine.
Paredes
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