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Pasolini: la “Ciudad Eterna” y el vandalismo neofascista

Actualizado: 19 jun 2023

A 100 años del nacimiento del mítico realizador italiano Pier Paolo Pasolini (5 de marzo de 1922 - 2 de noviembre de 1975), recordemos los controvertidos y descarnados retratos de la ciudad de Roma en sus dos primeras películas, que generaron actos vandálicos durante sus proyecciones.


Por Gerardo Salcedo Andrades ESPECIALES / PIER PAOLO PASOLINI

Pier Paolo Pasolini
Pier Paolo Pasolini

Desde su inicio, el cine de Pasolini se caracterizó por no estar hecho para todos los públicos. Muchas veces sus películas han sido opacadas por el escándalo y constantes broncas con la ultraderecha. La intención del director era incomodar al espectador, y qué mejor que hacerlo mostrando una Roma que nada tenía que ver con la ciudad tal como era conocida.


Pier Paolo nació en Boloña, Italia, en 1922, el mismo año que Benito Mussolini llegó al poder. En 1950 se mudó a Roma y quedó fascinado con la extensa ciudad. Se inspiró y sumergió en la Roma que Mussolini había reformado con un programa urbanístico, cuya idea principal era “la ciudad vieja necesita una nueva extensión” y hacer que el centro histórico sea el más bello de toda Italia y del mundo. Para eso, el líder político destruyó todas las casas viejas de los barrios populares y vació el casco antiguo para que luciera imponente. Sus habitantes fueron enviados a las afueras, en el extrarradio de la ciudad.


Todo este programa urbanístico trajo consecuencias. Partió la ciudad en dos zonas que no se hablaban. Una de ellas, la de los turistas con sus viejos muros clásicos y renacentistas, y otra, una Roma desconocida que el turismo ignora, y a pesar de que es inmensa. Esto trajo toda clase de diferencias sociales muy marcadas, tema que Pasolini trata en sus películas, sobre todo en sus dos primeras, convirtiéndose así en un realizador provocador, al mostrar, de forma extraordinaria, retratos de estos suburbios que nada tenían que ver con la “Ciudad Eterna”: “La calle puede ser destructiva de forma implacable y muy ingrata para personas que la habitan y encuentran allí su medio de vida, malviven de malos oficios y se encuentran con la crueldad de los que solo la utilizan como lugar de paso y tienen una existencia confortable”.(Pasolini, 2019)


El neorrealismo, que había aparecido poco después del término de la Segunda Guerra Mundial, prácticamente había acabado a finales de la década de los cincuenta. Con ello, la sociedad italiana había cambiado y parecía haber curado sus heridas. Accattone (1961), la ópera prima del director, se acercó al neorrealismo de una nueva forma. El director quería un look muy áspero para poder mostrar los suburbios con sus calles sucias, desoladas. La idea fue reflejar en pantalla un verismo descarnado.

Pier Paolo Pasolini
"Accattone" (1961)

Tanto su ópera prima como su segunda obra, Mamma Roma (1962), crearon en Europa un puente entre el ya viejo neorrealismo y las nuevas tendencias rupturistas que se asomaban en la década de los sesenta, sobre todo en Francia.


En Accattone, el protagonista es un proxeneta interpretado por Franco Citti, que saca provecho de las mujeres con las que convive y a las que obliga a prostituirse, mientras se pasa el día en las tabernas emborrachándose con sus amigos. Es aquí donde se da el mayor choque para el espectador, ya que un personaje tan ruin es tratado con cariño por el director, lo humaniza al máximo, consigue que empaticemos en parte con él y sea visto como una víctima de las circunstancias.


Pasolini también mostraba los suburbios de la gran ciudad de Roma, priorizaba la belleza de las tomas, aunque las locaciones fueran desfavorecedoras, y, preferentemente, ubicaba el rodaje de exteriores en amplios paisajes, donde los personajes parecían diminutos, desolados y aplastados por la ciudad. Además, de forma muy personal, la historia como los personajes están llenos de metáforas, principalmente cristianas. El director mostraba los bajos fondos de Roma con esta estética que mostraba una sociedad italiana real, que había quedado detenida, anclada en la postguerra.


El plasmar los extrarradios más desfavorecidos de la ciudad en los años del llamado “milagro económico” solo consiguió un odio visceral hacia el director por parte de las autoridades italianas. El retrato destaca una urbe poco conocida, donde sus casas, barrios y edificios parecen trincheras, no era la que aparecía en las postales o propagandas turísticas de la famosa ciudad. Los fascistas le reprocharon la imagen que daba, pues consideraban que no era Roma; sin embargo, eran los mismos barrios que Mussolini había construido.


La película fue censurada en Italia y apenas se exhibió en el Festival de Venecia, donde tuvo muy poca repercusión en la crítica. Sin embargo, la película fue muy bien acogida en Paris. Casi después de un año, se estrena en Roma. En uno de los pases, un grupo de exaltados neofascistas irrumpen en la proyección agrediendo a los espectadores y destruyen la sala. En otra proyección, otro grupo lleva a cabo unos actos vandálicos contra la pantalla y agreden a Pasolini, quien había asistido a una de las funciones, golpeándolo e insultándolo en el vestíbulo, situación que se repetirá en numerosas ocasiones en la carrera del director. Como bien lo recuerda Mariniello (1999), “Pasolini tras sorprender, incomodar y poner el dedo en la llaga con su ópera prima, continuó con su segundo largometraje en 1962 donde vuelve a narrar, con un estilo abrupto y sin concesiones, la fea realidad de gran parte de la población italiana del momento centrándose, sobre todo, en las carencias que sufren los adolescentes, detrás de un drama maternal”.

Pier Paolo Pasolini
"Mamma Roma" (1962)

Él fue aún más lejos que Accattone, al crear una historia en torno de una madre que intenta por todos los medios salvar a su hijo de un ambiente hostil. Anna Magnani, el personaje principal de Mamma Roma, una mujer que se encuentra en un momento culminante de su vida, por fin, tras años de ejercer de prostituta en un barrio pobre de la capital italiana, ha conseguido el dinero suficiente para cambiar su situación social y trabajar en un mercado, poder mudarse a una nueva casa de un barrio burgués y traerse consigo a su hijo adolescente, Ettore, que dejó al cuidado de unos campesinos cuando era un bebé.


Los personajes llevan unas grandes contradicciones: el deseo de Mamma Roma por obtener una posición social para su hijo, quien en realidad aspira a una vida fácil como pequeño delincuente. Los deseos pequeño-burgueses de su madre chocaban constantemente con la desorientación de un hijo que ha crecido solo. Aunque el personaje de Mamma Roma intente cambiar todo lo que le rodea, los bajos fondos de Roma le recuerdan siempre de dónde viene. La prostituta, ahora reconvertida en vendedora de frutas, no puede escapar de su pasado, la ciudad siempre se lo recuerda.


Pasolini recurre nuevamente a las características del neorrealismo (rodaje en exteriores y la luz natural) junto a largos planos secuencia, primeros planos, sonido directo y personajes que destacan sobre el paisaje, pero que también los aplasta. La película tiene tres personajes esenciales: Ettore, Mamma Roma y la misma ciudad convertida en un personaje más, pero esta es una ciudad insólita, que nada tiene que ver con la película de William Wyler (1953), Vacaciones en Roma.

Pier Paolo Pasolini
Pier Paolo Pasolini

La película fue estrenada en el Festival de Venecia de 1962, donde recibiría nuevamente duras críticas por las autoridades conservadoras de la época. Pese al gran revuelo que causó, nadie podía negar la calidad del filme ni el inmenso trabajo de Anna Magnani en el papel principal. Denunciado en el festival por ofender las buenas costumbres, se difundieron mensajes escritos contra el director, como éste que refiere Mariniello (1999): “Basta ya de apostar por fango, basta ya de invertidos, prostitutas, chulos, gentuza y atracadores, desechos humanos que son el argumento de las morbosas fantasías de la llamada intelectualidad de izquierda, una cultura invertida y vagabunda”.


Buena parte de los asistentes al festival se encontraron “molestos”, porque el subproletariado que representaba Pasolini ocupaba los lugares reservados para los invitados más selectos del festival. Durante la proyección de la película, Pasolini nuevamente es agredido por un grupo de la derecha neofascista.


Incluso al final de su carrera, Pasolini fue polémico. En 1975, presentó Salò o los 120 días de Sodoma, película que le costaría la vida. Sorprendió a la sociedad italiana y hasta llegó a recibir amenazas de muerte. La cinta es una adaptación de la obra de Marqués de Sade, con escenas explícitas de sadismo. Lamentablemente, ese mismo año, a sus 53 años de edad, fue asesinado violentamente tras un hecho que, al día de hoy, sigue irresuelto.


Referencias

Mariniello, S. (1999). Pier Paolo Pasolini. Madrid: Cátedra.

Pasolini, P. P. (2019). La ciudad de Dios. Madrid: Altamarea.



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