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Melina León: “Pareciera que se podrá contar solamente un lado de la historia”.

La directora de Canción sin nombre y miembro del colectivo En defensa del cine peruano, nos comparte su visión sobre la reciente aprobación de la nueva ley de cine en Perú. Esta legislación ha generado controversia por su impacto en el financiamiento del cine regional y su posible restricción a la libre expresión, así como por haber sido aprobada sin la consulta adecuada a los gremios cinematográficos.


Por Alberto Ríos ENTREVISTAS / CINE PERUANO

Considerando que el proyecto no pasó por la Comisión de Cultura y contó con una sola votación, ¿qué se puede interpretar sobre el proceso de aprobación de esta nueva ley?


Pareciera que tuvieron interés para aprobar esta ley de manera apresurada. Además, con especificaciones que, en lugar de apoyar a la producción del cine, ven el arte desde un solo punto de vista. Por otro lado, presenta una censura que ya existía desde el “proyecto Tudela” y plantea entregarle poder a PromPerú para que sea una especie de ente rector del cine, generando un caos total, porque ahora mismo hay una doble función con el Ministerio de Cultura.


Hay un punto en la ley que menciona que no se darán estímulos a proyectos que “atenten contra la seguridad del estado”. Me parece vacío a nivel de significado, porque ¿cómo una película puede atentar contra la seguridad nacional?


Exacto. ¿Qué significa? ¿Cómo podemos atentar contra la seguridad nacional? ¿Quiere decir que solamente podemos contar cierto tipo de historias? ¿No podemos relatar la participación del Estado en violaciones de derechos humanos? Todo eso es necesario, así como contamos nuestras comedias, nuestras historias de tráfico de niños, de las comunidades trans. Todo ello es el cine. Además, hay una cifra que habla de que solamente el 3% del cine peruano habla de conflicto armado. Yo creo que debería ser mucho más, pero de manera natural.


Entonces, tildar al cine peruano de obsesionado con el tema del conflicto armado o de apologista es absolutamente ridículo. Y de ese 3%, nadie ha podido demostrar que haya una película que haga algún tipo de apología. De hecho, el documental que más recuerdo es Lucanamarca, que habla, al contrario, de la matanza que realizaron los senderistas en ese pueblo. El caso de La piel más temida, es más bien la historia de dos víctimas de ese conflicto armado, que son la hija y la madre del personaje senderista. Es el reencuentro de ellas. No es sobre el padre, quien participó de esos eventos. Parece que los pensamientos de extrema derecha o extrema izquierda se juntan. Hay una fascinación por el abismo en ambos tipos de pensamientos, llevando las cosas a un extremo de modo tal que no hay cabida para el otro.


Se dice que es como si en Alemania no se pudiera hacer cine sobre la Segunda Guerra Mundial


Efectivamente. Pareciera que se podrá contar solamente un lado de la historia. Ese es el propósito de esa cláusula censora. Por eso sienten tanto apego hacia PromPerú. Piensan que el cine es publicidad y tienen una confusión total en la cabeza. Creen en la libertad de creación para los otros. Los gringos sí pueden hacer sus películas de denuncia como Apocalipsis ahora.


La visión mercantilista atenta contra las propias bases de la UNESCO sobre lo que es la cultura, donde se dice que los bienes culturales no deben tratarse como bienes comerciales. ¿Pareciera que el cine solo sirve, desde el punto de vista de este proyecto, para atraer más turismo?


Sí. Esta visión es problemática. Un congresista había dicho que el Estado debe promover las comedias taquilleras. No solo es una visión mercantilista, sino también una que desconoce absolutamente las convenciones internacionales que Perú tiene con las Naciones Unidas y la UNESCO, donde se fundamenta claramente que un bien cultural no tiene nada que ver con su potencial o su beneficio económico. Las películas tienen un valor cultural que puede o no ser rentable, pero esa no es la valoración principal. Pero estas personas, me imagino, solo leen las páginas de espectáculos de las revistas más triviales, donde se dice "Ah, tal película ganó 10 millones de dólares," y entonces creen que eso es el cine. Es una ignorancia total.


Melisa León filmando "Canción sin Nombre". Fuente: Infobae

Esta ley también pareciera tener un sesgo hacia cualquier clase de cine hecho en el interior, porque reduce la cantidad de estímulos para el cine regional


Yo creo que la palabra exacta es discriminadora. Le recorta los fondos solamente a las regiones, es decir, justamente el cine que se viene apoyando de manera especial. Y pues el cine, al ser un arte caro, también ha estado fuera de ese mundo. Por supuesto, se ha producido cine regional antes de esta ley, pero ha sido contra viento y marea. Ahora estamos viendo un cine que ya está llegando a festivales internacionales y teniendo distribución comercial, como Wiñaypacha en Netflix, o Willaq Pirqa batiendo récords de taquilla siendo una película enteramente hablada en quechua. Todo eso tiene un valor inmenso, pero parece que no les interesa eso, sino que el poder cultural, económico y social se quede siempre en unas cuantas manos. Y es absurdo que los congresistas de regiones lo apoyen. Entonces ahí viene esta cosa del apuro. Votan sin saber qué votan, votan contra sí mismos, no quieren verse en un espejo.


Y además decidieron anular la segunda votación que debía hacerse


Exacto. Correspondía una segunda votación. No solo eso, también correspondía que escuchen el dictamen de la Comisión de Cultura. Susel Paredes, que pertenece a dicha comisión, lo pidió. Ellos no habían sacado su informe todavía. La DAFO recién les había entregado el suyo. Pero la ministra de Cultura presentó su propio informe a la Comisión de Economía, desconociendo los pedidos de los cineastas.


Además, en ese justo momento, la ministra no estaba en el país, estaba reunida con la UNESCO.


Para colmo de absurdos y paradojas. Hablando de su trabajo cuando aquí nunca comenzó por responderle a los congresistas que querían militares en los jurados. La respuesta de la ministra fue que iban a reestructurar la DAFO, sin decir cuándo ni cómo, pero con un tufillo de estarles dando la razón, porque además ella se quedó callada ante los atropellos.


En los últimos años se ha podido ver un incremento en la cantidad de películas producidas en Perú, su calidad y la respuesta del público hacia cintas como la propia Canción sin nombre, Retablo, Wiñaypacha, Yana-Wara o Willaq Pirqa, ¿cuánto se pierden de todo lo conseguido con esta nueva ley?


Se pierde el principio de confianza y libertad con el que hemos trabajado hace mínimo 15 años desde la creación del Ministerio de Cultura, a pesar de las enormes dificultades que tenemos para realizar nuestras películas. En gran parte porque no tenemos un gran financiamiento. Hay que esperar fondos para poder culminar etapas. De repente conseguimos el fondo para desarrollar, pero luego necesitamos los fondos para producir, después, otra vez hay que esperar un rato para poder ganar fondos este de postproducción. En fin, se extiende demasiado, porque los presupuestos son insuficientes. Pero a pesar de todas esas dificultades, la gran mayoría de cineastas respetaba el cómo se venían realizando los concursos. Era una sensación de que, aunque no gané este año, no fue por acciones censoras. Más bien, fue porque el jurado calificador, compuesto por tal o cual directora, consideró que otras películas tenían mejores méritos. En ese sentido, existía una armonía, una tranquilidad, una confianza en la institución, y eran pocos los cineastas que expresaban críticas hacia algún concurso.


¿Por qué es importante el cine peruano?


¿Por qué es importante el cine de cualquier país? Para cultivar el corazón de la gente, creo que es eso. El cine te lleva a los mundos de otras personas y tiene esa cualidad especial de generar cercanía rápidamente. Yo le digo la máquina de la empatía. Genera de manera muy fuerte en la mente y en el corazón de la gente un lazo con los personajes y su contexto. Eso es bonito. Pero no solamente hay que cultivar esa empatía hacia las películas de Hollywood. También deberíamos tener acceso a ejercer nuestro derecho cultural a ver el cine del mundo y comenzar a cultivar lazos con las historias de Sídney, La Paz, Barcelona, Okinawa, etc. O las historias que les suceden a los shipibos, a los compatriotas de Puno, y poder estrechar esos lazos en un país que está absolutamente fragmentado. Eso significa que nos vamos a identificar con ellos, y no vamos a hacer ojos ciegos a lo que viven porque los vamos a conocer. Esa es la importancia del cine en general. Pero en nuestro país, es el poder tener películas que muestren toda esta diversidad que nos da una identidad para construir un país más justo.







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