La reciente película del Capitán América, protagonizada por Anthony Mackie, establece por fin e indiscutiblemente a Sam Wilson (alias Falcon) como el gran superhéroe norteamericano. Aquí un repaso por otros superhéroes negros en el cine.
Por Gustavo Vegas Aguinaga CRÍTICA / SUPERHÉROES

Ya hace años se había previsto que el sucesor de Steve Rogers como Capitán América sería su compañero y amigo Sam Wilson, hecho que causó revuelo por tratarse de Anthony Mackie, un actor de origen afroamericano. Una de las principales quejas, claro está, se hallaba motivada en la discriminación racial, sobre todo por tratarse de un personaje tan importante y emblemático. Nadie se quejó, por ejemplo, cuando el agente Nick Fury (quien es originalmente blanco en los cómics) fue interpretado por el gran Samuel L. Jackson en Iron Man 2 (2008). Van 17 años desde su aparición y es uno de los personajes más queridos del universo cinematográfico de Marvel.
Ahora, que la discusión tome las vías que tomó cuando anunciaron a Halle Bailey como la protagonista de La Sirenita (2023) solo reafirma las acusaciones de inmadurez del público de las películas de superhéroes. En fin, este cambio de personaje para el Capitán América en el contexto actual resulta una coincidencia que, claro, despierta críticas así como felicidades por verlo como una propuesta levemente reaccionaria. La representación del héroe clásico estadounidense y sus valores a través de un intérprete afrodescendiente contrasta con el nuevo régimen político conservador y republicano de su país. He ahí el rechazo.

Los superhéroes negros, sin embargo, han estado presentes en el cine desde hace ya casi 50 años. En 1977, Frank Packard dirigió Abar, el primer superhombre negro (Abar, The First Black Superman) con Tobar Mayo como el personaje titular. La película inicia con una denuncia puntual y no tan alejada de la realidad: el científico negro Kincade se muda con su familia a un barrio de blancos adinerados y rápidamente es antagonizado. Lo insultan, acosan a sus hijos, le dejan basura por todos lados y más. Kincade busca ayuda en Abar, el líder de un grupo de luchadores motorizados por los derechos de la comunidad negra (la versión de Packard de los panteras negras). Lo contrata como guardaespaldas y Abar se vuelve una suerte de justiciero con pinta de Malcolm X.
Mediante el científico Kincade, la película intenta buscar una cura para el racismo. Es así que casi como un un rabí que da vida a un gólem o la historia de origen del mismo Capitán América, le da poderes a Abar a partir de una sustancia para poder defenderse de los racistas y conservadores. Cincuenta años después, estos personajes controlan el país: los que no le daban la bienvenida a los nuevos vecinos del barrio son ahora los que cierran fronteras, construyen muros y rechazan a los migrantes. Hacia el final de la película, que tiene más de blaxploitation que de superhéroes, Abar adquiere un control mental que funciona como metáfora para su rol de predicador. Así, pasa de parecerse a Malcolm X a ser una suerte de Martin Luther King Jr (y ponen sus discursos en off). ¿El amor y el perdón le ganan a la violencia y resistencia con fuerza? Quién sabe.

Años más tarde, en la década de 1990, se realizaron varias producciones del cine de superhéroes con protagonistas negros. En 1994 Blankman, protagonizada por Damon Wayans y dirigida por Mike Binder, exploró la parodia y comedia a partir de un inventor nerd que crea una sustancia para que su ropa sea antibalas. Blankman tiene bastante de Batman y Spiderman, así como vuelve a puntualizar sobre los problemas en los barrios negros. En 1997 se estrenaron dos cintas que valen la pena mencionar, pero hasta cierto punto. Spawn de Mark A.Z. Dippé se aleja de los dilemas sociales y propone a un héroe infernal que regresa a la vida por amor y venganza, mientras que Steel de Kenneth Johnson mezcla ideas de RoboCop e Iron Man en un torpe intento de Shaquille O’Neal por incursionar en el cine.
En 1993, sin embargo, la comedia ya había sido tratada en The Meteor Man, película dirigida, escrita, producida y protagonizada por Robert Townsend. Por casualidad Jeff Reed es impactado por un meteorito verde que le da poderes para poder enfrentarse a los Golden Lords, un grupo criminal de hombres negros teñidos de rubio. Meteor Man, fenómeno barrial, le devuelve al superhéroe ese sentido primordial y básico de comunidad: no necesita enfrentarse a supervillanos o alienígenas para hacerse valer, sino ayudar a sus vecinos y familiares. Además, el azar del meteoro ratifica la posibilidad de cualquier persona de convertirse en un agente de bien. La película destaca también por su elenco: Cypress Hill, James Earl Jones, Eddie Griffin, Don Cheadle, Big Daddy Kane, hasta Chris Tucker y el infame Bill Cosby. Meteor Man anticipa la forma de esquivar balas de Neo en Matrix (1999) y hasta el aprendizaje de artes marciales en segundos que veríamos en Todo en todas partes al mismo tiempo (2022).

De vuelta a fines de los 90, Stephen Norrington estrena en 1998 Blade, la historia del antihéroe mitad humano mitad vampiro protagonizada por Wesley Snipes. Blade es un personaje más trabajado que los anteriores y además su película destaca por un estilo visual bastante oscuro (sumado a una montaje interesante como muestra la escena inicial) así como por su mezcla del cine de acción con el policial y su rigor para denunciar la corrupción. En Blade II (2002) Guillermo del Toro extrapola las luchas sociales de los superhéroes negros a una cacería de vampiros pálidos, un ejército de camisas negras con apariencia del conde Orlok de Nosferatu y de manera súper estilizada y cool le hace frente a una pandemia generada por fanáticos que quieren asimilar al resto.
Catwoman (2004) del francés Pitof peca de querer apasionadamente alcanzar también un estilo llamativo y particular, pero la película no cae de pie (cabe aclarar que en los años 60 Ertha Kitt ya había interpretado al personaje felino en la serie de Batman). Es una cinta fallida en diversos aspectos que ni siquiera Halle Berry logra rescatar. Will Smith, por su parte, saca a flote a Hancock (2008) de Peter Berg. Lo interesante aquí es la historia de aquel que rechaza sus superpoderes no para convertirse en villano, sino simplemente en un vago, borracho, irresponsable y demás. La película plantea que hasta un superhéroe necesita un equipo de prensa, buen marketing y demás.

Con la llegada de las películas de Marvel y DC en las últimas décadas hemos tenido una multiplicidad de superhéroes negros en pantalla nunca antes vista. Aquí un breve listado: Tormenta de los X-Men, A-Train de The Boys, Heimdall y Valquiria de la saga de Thor, Luke y Misty Knight de Luke Cage, Rhodey de Iron Man, Okoye y las Dora Milaje de Pantera Negra, Phastos de Eternals, Monica Rambeau de Capitana Marvel y Wandavision, Manta Negra de Aquaman, entre muchos otros. Por el lado de la animación destacan Bumblebee y Cyborg de Teen Titans, así como el fenomenal Frozono de Los Increíbles y dos favoritos personales: Static de Static Shock y Miles Morales, el Spiderman animado que cuenta por ahora con dos películas que exploran de forma fantástica las posibilidades del cine de superhéroes.
Once años antes del estreno de Abar (curiosidad: el personaje de Yahya Abdul-Mateen II en la serie de Watchmen se llama Calvin Abar), el superhéroe Pantera Negra apareció en los cómics de Marvel en 1966, año de la creación del partido político del mismo nombre. Esa lucha por la resistencia cultural fue encarnada en 2018 por el difunto Chadwick Boseman y convirtió a Pantera Negra en el superhéroe negro por antonomasia. El T’Challa de Boseman encuentra su contraparte ideológica en el Killmonger de Michael B. Jordan (que también dio vida a La Antorcha Humana de Los 4 Fantásticos), casi como una reinterpretación de Martin Luther King Jr. y Malcolm X y sus visiones de las luchas sociales, asunto que impulsó al primer superhéroe negro.

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