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“Kill Masacre en el Tren” (2024): la búsqueda de venganza

La más reciente cinta de Nikhil Nagesh Bhat se sumerge en una narrativa oscura y sangrienta con una trama simple. Un tren convertido en campo de batalla, donde la venganza y la violencia se entrelazan con una brutalidad total.


Por Sebastián Zavala                                         CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL

¿Qué esperar de una película que se llama Kill (“Matar” en inglés)? Si esperaban algo más que violencia excesiva, sangre por montones, y combates sádicamente coreografiados, claramente no le prestaron mucha atención al título. Lo que tenemos acá es una producción india que deja de lado los bailes y la música, y que más bien se siente como una mezcla entre The Raid y Snowpiercer, haciendo que algo como Bullet Train luzca como un nuevo episodio de Peppa Pig. La narrativa es simplona, la violencia excesiva lo puede dejar a uno un poco entumecido, y el tono es increíblemente serio y formal. Y, sin embargo, Kill funciona —especialmente para quienes, apropiadamente, estén en busca de mucha muerte en pantalla.


Aparte de un prólogo en una fiesta en Nueva Delhi, Kill se lleva a cabo en el interior de un tren. Nuestro protagonista, Amrit (Lakshya) es un comando que está siguiendo a su amada, Tulika (Tanya Maiktala) en un viaje, dispuesto a proponerle matrimonio a pesar de que esta tiene que casarse con otro hombre a la fuerza. Todo es muy romántico y dulce, pero no por mucho tiempo. Resulta que el tren es rápidamente invadido por unos cuarenta criminales, quienes se dedican a asaltar los diferentes carros, robándole sus celulares y relojes y billeteras a la gente. Un suceso, además, inspirado en eventos reales, pero que en la vida real —espero— no haya involucrado tanto cuchillo, puñete o cabeza destruida por un extintor.


Curiosamente, las cosas quizás no hubieran salido tan mal, si es que nuestro protagonista y su compañero, Viresh (Abhishek Chauhan) no hubiesen asesinado al tío de uno de los villanos durante un altercado. Pero es precisamente ahí donde radica uno de los detalles más interesantes de la película; aparentemente, la mayoría de los maleantes están relacionados, considerándose como una gran familia de asesinos y rateros. Por ende, el filme nos termina presentando varios momentos en donde los antagonistas lloran y se desesperan y se molestan cuando uno de nuestros héroes mata a sus compañeros. No llegaría a decir que los humanizan, pero resulta refrescante que Kill no considere a sus antagonistas como simple carne de cañón; como figuras sin personalidad que están aquí solo para ser asesinados de forma cruenta.


Lo cual no quiere decir, por supuesto, que nadie sea asesinado de forma cruenta. De hecho, todo lo contrario, Kill es de las películas más brutales y violentas que haya visto, atreviéndose, incluso, a mostrar muchos actos que filmes como The Raid hubiesen considerado como excesivos. Esta es una película de venganza, una por parte de Amrit (el Rambo de India), y otra por parte del líder de los criminales (Raghav Juyal), un tipo sádico, agresivo y aparentemente dispuesto a matar a mucha gente con tal de que pueda salirse con la suya. Es un conflicto intenso; un encuentro entre dos fuerzas que desean cosas parecidas, y que están dispuestas a cometer actos similarmente violentos. Si un lado es peor que el otro, es simplemente porque comete crímenes y abusa de los inocentes.


Y por supuesto, porque el evento desencadenante de la narrativa —el acto que convierte al buen Amrit en una figura trágica, vengativa, rabiosa— es de lo más cruel que haya visto en un buen tiempo en una película. Puede que la historia sea relativamente sencilla, pero si hay algo que Kill hace bien a nivel narrativo, es subvertir las expectativas que podríamos tener de un thriller convencional de acción. Ningún personaje está a salvo, e incluso aquellos —o aquellas— que normalmente pensaríamos jamás podrían morir, acá son increíblemente vulnerables. Y el mismo Amrit, a pesar de ser una máquina de matar que podría acabar con John Wick en cinco minutos, la pasa bastante mal a lo largo del filme —aunque claro, aguanta más acuchillamientos, golpes, contusiones y torturas que el ser humano promedio. O el oso o tigre promedio, probablemente.


Todo lo anterior resulta en una experiencia que se toma extremadamente en serio a sí misma, tanto para bien como para mal. Para bien porque, a diferencia de algo como la genial The Raid, Kill logra otorgarle una motivación emocional potente al protagonista, justificando sus acciones —hasta cierto punto— debido al infierno por el que tiene que pasar. Pero para mal, porque momentos potencialmente divertidos son presentados ya sea de forma totalmente seria, o totalmente cursi. Consideren, si no, ciertos flashbacks que Amrit tiene, o la música de telenovela que aparece durante las escenas románticas que comparte con Tulika. Kill se podría haber beneficiado de más personalidad, de más estilo, especialmente durante los últimos minutos de metraje.


Eso sí, una vez que el título de la película aparece en pantalla —¡después de cuarenta y cinco minutos! — y somos testigos de la sed de venganza en los ojos de Amrit Kill no nos suelta. Ni por un segundo. Si hay algo que se puede admitir sin problemas, es que Kill sabe exactamente lo que es y lo que quiere hacer, y no finge ser otra cosa, especialmente durante el segundo y tercer acto. Una vez que las motivaciones emocionales de Amrit quedan claras, y que se nos presenta a los antagonistas, todo lo que hace es presentar escena de combate tras escena de combate, con algunos (y breves) respiros como para darle algo que hacer a los personajes secundarios. Y valgan verdades, por más de que uno pueda quejar mareado para el final, el director Nikhil Nagesh Bhat hace un buen trabajo usando el tren para desarrollar encuentros variados y cada vez más sangrientos.


Claramente, Kill no es para todo el mundo. No todos aguantarán tanta violencia, ni serán capaces de empatizar con un protagonista capaz de demoler a tanta gente de forma tan cruenta y sádica. Y aunque vuestro servidor disfrutó bastante de la película, para el final igual terminó un poco saturado —entiendo que la violencia es el punto de Kill (nuevamente, ¡por algo se llama así!), pero incluso el fanático más acérrimo de la acción debe tener una cantidad máxima de golpes, puñaladas y gritos de sufrimiento que puede aguantar. En todo caso, Kill es de los thrillers de acción más puros e impresionantes que haya visto en un buen tiempo; hora y cuarenta y cinco de agresión, sangre y sufrimiento puros. Ya dependerá de cada uno si es que eso suena como algo atractivo, o como inaguantable tortura.



Los trabajos firmados son de responsabilidad de los autores. Esta página web se realiza con fines absolutamente educativos.

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