La secuela de Gladiador (2000) cuenta lo que sucedió después de los acontecimientos de la primera entrega, centrándose en el crecimiento de Lucio, quien vive bajo el seudónimo de Hanno con su esposa Arishat en el reino norteafricano de Numidia.
Por Francisco Torres CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL
Considero que no era descabellado pensar en una secuela de la original, ya que, si bien esta tiene una conclusión satisfactoria, también deja incógnitas sobre qué pasará con el gobierno de Roma y qué será del futuro de Lucio. Esto permite seguir expandiendo el universo que estableció la primera película, y se puede decir que esta segunda entrega lo consigue de buena manera hasta cierto punto, aunque también presenta falencias notorias.
Para empezar, la trama tiene varias similitudes con la primera. La vida de Lucio está envuelta en una tragedia a consecuencia del Imperio romano. Esto lo marca y le da deseos de venganza. Tal como Máximo, deberá sobrevivir al mundo de los gladiadores tras haber sido capturado como esclavo. Su camino hacia la libertad y hacia poder asesinar al que ve como máximo responsable comienza desde las provincias aledañas a Roma. Este es un punto a resaltar, ya que las batallas tienen un aspecto positivo y otro negativo. Lo primero es que la acción está muy bien coreografiada y llena de dinamismo. Lo malo es que considero que, a nivel de ritmo, todo comienza muy pronto. Hay que recordar que, en la historia de Máximo, su vida como gladiador recién se da a la primera hora de cinta. Esto permite establecer una obra con una base fuerte en la que se dejan claras las intenciones y motivaciones de los personajes principales, lo cual facilita tener especialmente empatía por el protagonista. En el caso de Gladiador 2, se pasa demasiado rápido a la acción, por lo que ese nivel de interés no es igual.
Hablando concretamente de los personajes, se destaca el de Geta, interpretado por Joseph Quinn, quien equilibra bien entre la locura y la coherencia. Está desquiciado, claramente por su manera de hablar y actuar, pero sin caer en la caricaturización. Lamentablemente, no se hace mucho foco en su personaje y queda relegado a un papel secundario. Por otro lado, Macrino (Denzel Washington) ofrece una mirada interesante como marionetista que se oculta en las sombras. El resto, si bien es un elenco envidiable: Pedro Pascal, Paul Mescal, Connie Nielsen, etc., no sobresale mucho. Posiblemente, esto sea un desacierto, ya que se nota cómo fueron desaprovechados. Sin un protagonista que tenga el magnetismo y carisma de Russell Crowe, es difícil sostener la historia.
Hay una delgada línea entre el homenaje a lo que precede y ser simplemente una repetición de lo mismo. Si hay algo que hace bien Gladiador 2 (Gladiator II), es establecer ese vínculo con el pasado y dar una explicación a cabos sueltos. La figura de Máximo y Marco Aurelio sigue presente y repercute, por lo que se siente un mundo ficcional coherente. Además, cuenta con ciertos guiños y referencias que juegan un poco con la nostalgia. Lo negativo en esto es que, al querer ser como la original y jugársela por lo seguro, no aporta nada nuevo. Casi como una copia. Hay un gran respeto por la obra original, pero ya en exceso, lo que no le permite tener su propia voz al estar a la sombra de lo que fue la primera.
A nivel visual hay poco que reclamar. Todo lo contrario, si hay algo que se le da muy bien a esta película es cómo se genera una ambientación adecuada de la sociedad romana. Planos generales que enfatizan lo imponente del imperio en cuanto a arquitectura, la crudeza de las batallas en el coliseo y el caos en el que la ciudad de Roma se ve inmersa en determinado momento de la obra. La composición de los planos generales eleva la experiencia de ver esta cinta. Además, se usa el recurso del slow motion en su justa medida, lo que termina siendo efectivo. Si se habla de epicidad y tragedia, es este aspecto el que permite lograr esa sensación.
En conclusión, se puede decir que la secuela de Gladiador tiene sus luces y sombras. Es una cinta que entretiene al apostar por lo que mejor funciona sin arriesgar, pero es precisamente esto lo que hace que no sea del todo acertada ante la oportunidad que había de ofrecer una obra que se diferencie de la original.
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