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27 FCL: “Extraña forma de vida” (2023) y la conquista del género

Pedro Almodóvar incursiona por primera vez en el western, reformulándolo y tiñéndolo bajo una impronta personal. El resultado: un “western queer” en busca del deseo masculino, atravesado por recuerdos del pasado y la venganza.


Por Agustín Baella Arsentales FESTIVALES / FESTIVAL DE CINE DE LIMA

Extraña forma de vida
“Extraña forma de vida” (2023). Fuente: YouTube

Planos generales que sitúan un paisaje salvaje. El desierto que enfatiza la dureza de la naturaleza árida. El rancho, la comisaría o el saloon, que albergan la civilización. Todos estos espacios habitados por personajes arquetípicos: el hombre del oeste, un héroe trágico, que se muestra solitario, taciturno; el sheriff, guardián del orden, de lo civilizado; o el bandolero romántico que actúa bajo sus propios instintos y que está fuera de la ley. Estamos ante la predominancia de lo masculino sobre la casi invisibilidad de lo femenino. Estas son algunas claves para entender las convenciones visuales presentes en el western clásico. Constantes del género bien sabidas por Almodóvar y que están presentes en Extraña forma de vida (2023), su segundo cortometraje en inglés después de La voz humana (2020), pero de las que parte para moldearlas a imagen y semejanza de su universo estilístico.


Desde la música inicial, una canción interpretada por Manu Ríos doblando la voz de Caetano Veloso sobre un fado de la cantante portuguesa Amália Rodrigues (y que le da nombre al cortometraje), ya nos anticipa una relación tórrida interrumpida en algún lugar del pasado por circunstancias desconocidas: “Corazón que no controlo. Vives perdido entre la gente. Obstinadamente sangrando”, reza una estrofa de la letra. Ya no se trata de una música característica del Lejano Oeste, con elementos de percusión y ritmos trepidantes que sostienen una melodía que evoca al desierto y las montañas rocosas. Ahora la canción exuda melancolía ante el vacío que deja la ausencia.

Extraña forma de vida
"Extraña forma de vida" (2023). Fuente: Espinof

No tardamos en reconocer a los personajes principales. Jake (Ethan Hawke) se desempeña como el sheriff de un pequeño poblado en el desierto de Bitter Creek (rodado en la provincia de Almería, España, plató de una serie de spaghetti westerns). Recibe la inesperada visita de Silva (Pedro Pascal), un pistolero de mediana edad que llega cabalgando. Se trata del encuentro, luego de 25 años, de dos antiguos amantes que alguna vez soñaron con una vida juntos pero que, a pesar de haber seguido adelante, entre ellos todavía flamea la llama del pasado. Un flashback nos permite ver el romance entre un joven Jake (Jason Fernández) y un joven Silva (José Condessa) mientras trabajaban como sicarios en México, acompañados de un trío de mujeres a las que ignoran para concentrarse en ellos.


Sin embargo, pronto se revela que la llegada de Silva tiene un propósito mayor. Jakeestá en la búsqueda del asesino de su cuñada, y Joe (George Steane), el hijo de Silva, es el principal sospechoso debido a que uno de los testigos del crimen reconoce la cojera que lo identifica. La responsabilidad de Jake por encontrar al asesino y llevarlo ante la justicia frente a las obligaciones paternales de Silva con su hijo forman una grieta antagónica que desemboca en enfrentamiento. Separados en el pasado y ahora también separados en el presente, sus destinos siguen siendo ambiguos y abiertos a la interpretación, aunque el deseo es parte de la naturaleza humana que ni el tiempo ni el resentimiento pueden alterar.

Extraña forma de vida
"Extraña forma de vida" (2023). Fuente: MUBI

Como se ha visto anteriormente en su filmografía, el estilo de Almodóvar alberga elementos y temas de distintos orígenes, saturados por una paleta de colores vibrantes. En esta hibridez, la inestabilidad del género cinematográfico puede resultar como una metáfora de la identidad sexual de sus personajes, siempre fluctuantes e inseguras. Aunque siempre tiende hacia el melodrama, no está exento de confundirse por ratos con comedias disparatadas, musicales o thrillers. En Extraña forma de vida, el concepto de masculinidad representado antiguamente en el western se ve trastocado. La rudeza física y emocional cede ante la delicadeza del gesto; la epicidad ante lo sensorial; los planos abiertos, paisajísticos, que han definido siempre al género, pierden terreno ante planos más cerrados que nos permiten adentrarnos en los vínculos afectivos que se van gestando entre los protagonistas.


El director manchego no ha sido el primero en redimensionar los códigos convencionales con los que se conoce al género y proponer un nuevo tipo de western. Previamente hemos visto propuestas como The Rider (2017), de Chloé Zhao; First Cow (2019), de Kelly Richard; o, más recientemente, El poder del perro (2021), de Jane Campion. Incluso, años atrás, con Secreto en la montaña (2005), Ang Lee nos presentaba la historia de una pareja de cowboys homosexuales. Propuestas y nuevas formas de elaborar el género que le dan nuevos bríos y nos hace ver que el western aún vive.


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