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Festival Lima Alterna | "Supa Layme" (2020): el retrato de la felicidad

Actualizado: 9 nov 2022

La última película del japonés Fumito Fujikawa fue realizada en el centro poblado de Ocoruro, en la sierra de Arequipa. El notable documental, ganador del premio a mejor película en la competencia peruana del Festival Lima Alterna, nos acerca a la familia Supa Layme en su más pura e inocente cotidianeidad rural.


Por Manuel Amat CRÍTICAS / FESTIVALES

Fuente: Festival Lima Alterna


Los Supa Layme son una familia típica de la sierra arequipeña. Viven tranquilamente en medio de las montañas desérticas, la soledad se extiende hasta donde llega la vista, pero también se convierte en el infinito patio de juegos de los cuatro pequeños hermanos. Y todo se presenta con ese regocijo y buen ánimo casi infantil, en una familia que trabaja unida bajo las condiciones propias de un mundo apartado, pero que no se perciben como una limitación ni algo lamentable. Vemos las actividades de la familia con una cadencia pausada que absorbe y nos adentra en esa casa de piedra tan oscura y acogedora, mientras los hijos desayunan o la madre zarandea el trigo. Además, conocemos al pueblo de Ocoruro en sus reuniones sociales, en la escuela y en la construcción de casas que remite al ayni incaico.

El propósito es simplemente observar, sin buscar una mayor reflexión social ni interpelación de ningún tipo. Las tomas amplias o cerradas se componen con naturalidad, siguiendo el camino de la familia al igual que el del rebaño. Se busca tanto la entrada de un rayo de luz en el techo como el explícito sacrificio de una alpaca. No se impone una formalidad ni un alejamiento de la cámara con respecto a quien se graba, todo transmite una amabilidad enternecedora. Las pocas veces que interviene el director, para preguntarle a Beronica Layme sobre el terrorismo o sobre el maltrato que recibió en su infancia, se inicia una conversación corriente y más anecdótica que dramática. Las historias se cuentan con la franqueza y sencillez de un tiempo que ya pasó y que es totalmente ajeno.


Fuente: Festival Lima Alterna


La memoria no es parte de los personajes que retrata Supa Layme, solo importa el aquí y ahora que se vive bien y sin preocupaciones. Sin embargo, el futuro es algo que empieza a contemplar la familia, la tecnología penetra dentro de casa por medio de un celular, y la torre de telecomunicaciones adorna una parte del inmenso paisaje rural, como elementos que predicen la eventual migración hacia la ciudad. La decisión y la transición van acorde al resto de la película, con una fluidez sin mayores contratiempos ni pretensiones.


La presencia del mismo director es tangible pero invisible. Es el forastero que ha llegado para contemplar y observar, con su ojo de cámara sin prejuicios, una realidad tan extraña como fascinante para los citadinos. Los Supa Layme y el pueblo de Ocoruro aceptan a Fumito como uno más en el pueblo, y encuentran en él un personaje inofensivo que les causa curiosidad. Confían en sus intenciones y en su labor silenciosa de interés genuino. Esto permite una espontaneidad y desenvolvimiento necesarios para un documental de este estilo. Incluso nosotros, los espectadores, identificamos a Fujikawa como una persona de buen corazón, solamente con escuchar ese acento japonés divertido e inocente. Quizá esa ambigüedad, a la hora de conocer sentimentalmente a los personajes, es lo que logra que se cree un vínculo aún más real y cautivador.


Supa Layme termina siendo una obra fascinante, que transmite la tranquilidad de la vida entre las montañas más alejadas de la sierra de Arequipa y esquiva ciertos temas y aproximaciones políticas, tratadas en obras contemporáneas. La película demuestra que el cine documental peruano debe ser arriesgado. y que los personajes interesantes también se encuentran al interior del país, en espera de una mirada singular y no complaciente.




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