Mujer de Soldado (2020) de Patricia Wiesse compite en la sección documental. El filme apela a la memoria de los años 80 y acompaña a Magda en un viaje a su tierra natal.
Fuente: Festival de Cine de Lima
Treinta años después de haberse escapado, Magda regresa al pueblo de Manta. A la par que enfrenta un proceso judicial contra un militar que abusó sexualmente de ella cuando era joven. En el pueblo, Magda se reencuentra con viejas amigas, mujeres que también fueron víctimas de la violencia del conflicto armado. Las conversaciones entre Magda y sus amigas revelarán las heridas del pasado y sus consecuencias. Esta es la premisa de Mujer de Soldado, un documental que observa el dolor y el trauma como agentes que invaden a las víctimas del terrorismo durante la década de los ochenta hasta el día de hoy.
La directora Patricia Wiesse propone una estética visual en que la cámara mantiene su distancia. No solo para componer una fotografía mediante el encuadre dentro del encuadre, sino también para hacer un seguimiento de los personajes en cotidianidad: limpiando la casa, lavando la ropa o vendiendo productos. La directora no hará intervención alguna para entrevistar a los personajes, utiliza el recurso de la voz en off. El trabajo de Wiesse es sobre todo de seguimiento.
Fuente: Festival de Cine de Lima
Mujer de Soldado realiza un ejercicio contemplativo de la imagen. El filme no expone ninguna imagen de la violencia sufrida en el pueblo de Manta, y tampoco muestra explícitamente el proceso judicial por el que pasa nuestra protagonista. Solo audios extraídos del juicio que revelan el abuso que Magda sufrió, que se mezclan con imágenes de apoyo del pueblo, paisajes y escombros.De pronto, la combinación paradójica entre la armonía de la imagen y el diálogo desgarrador da como resultado un dolor que nunca abandona las tierras. El pueblo de Manta se encuentra libre de peligro, mas no de su historia violenta.
El regreso de Magda también trae consigo el reencuentro con viejas amistades: mujeres que, al igual que ella, sufrieron y atravesaron lo mismo. El grupo de amigas tiene un sufrimiento compartido que proviene desde los abusos de los militares y terroristas hasta el rechazo de la familia, amigos y del pueblo mismo.
En uno de los testimonios, la protagonista cuenta que, luego de ser violada, su agresor le propuso ser su enamorado. Magda se vio obligada a aceptar, debido al miedo de ser asesinada. Este es solo uno de los muchos casos de violencia sexual y abuso de poder que sufrieron las mujeres del pueblo de Manta. Además, el repudio por parte de los padres y pobladores, por creer que ellas “decidieron” mantener una relación con sus abusadores, son el ejemplo de una problemática que está lejos de haber encontrado una solución.
Fuente: Festival de Cine de Lima
Sin embargo, el documental va más allá del sufrimiento y las heridas. A través de los testimonios que parten de estos encuentros, Magda logra entender que los abusos por los que pasó son justamente eso: abusos. Que se vio sometida a situaciones extremas en las que careció de oportunidades para defenderse, en las que todos le dieron la espalda y nunca logró comprender qué es lo que sentía.
Mujer de Soldado nos recuerda que muchos espacios esconden una historia violenta, que muchas víctimas continúan cargando el trauma del pasado y solo consiguen sobrellevarlo cuando son escuchadas. Al igual que la cámara en el documental, es nuestro deber ser observadores y prestar atención.
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