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“Ferrari” (2023): la ambición y la competencia

En esta película, Michael Mann nos lleva al mundo de Enzo Ferrari, explorando tanto la velocidad de las pistas como los conflictos personales que definen su legado. Con un estilo visual impactante, la película retrata la ambición en las carreras y los dilemas íntimos del empresario, fusionando acción y drama en un relato sobre decisiones que marcan vidas.


Por José Carlos Donayre                                           CRÍTICA / PRIME VIDEO

Ferrari, dirigida por Michael Mann, es un drama que explora la ambición y los conflictos personales de Enzo Ferrari (Adam Driver), tanto en su vida profesional como familiar. La película se centra en la figura del legendario empresario y su escudería, mientras enfrenta la competencia en las carreras y la crisis financiera de su empresa. Su esposa, Laura Ferrari (Penélope Cruz), lo apoya en la decisión de participar en la Mille Miglia, una carrera clave para salvar el negocio, a la vez que lidia con el dolor de la pérdida de su hijo Dino y la tensión que esto genera en su matrimonio.


El diseño visual del filme está orientado por el carácter de Enzo, cuyas acciones y decisiones marcan el ritmo narrativo y estético. La cámara sigue sus movimientos, construyendo la tensión a través de primeros planos que capturan sus emociones, contrastados con planos generales que acentúan la magnitud de las carreras y el dinamismo de los espacios en los que se desenvuelve la trama. El estilo visual de Mann, caracterizado por su habilidad para mostrar el conflicto interno a través de imágenes, está presente en el manejo de los espacios: desde la quietud de la casa hasta la energía del taller y la vertiginosa velocidad de las pistas.


Las carreras de autos, más que simples competencias, son metáforas del peligro y la supervivencia. La tensión de la competencia está perfectamente integrada con el aspecto mecánico de los vehículos, y el montaje, enfocado en el ritmo de las carreras, destaca el constante peligro al que están expuestos tanto los autos como los pilotos.


Mann también utiliza la relación entre los espacios urbanos y naturales para acentuar el drama. Las escenas nocturnas, una firma del director, añaden una atmósfera de suspenso y profundidad, conectando con el estilo de sus anteriores películas como Colateral y Fuego contra fuego.


A nivel temático, Ferrari no solo es una historia sobre automóviles y velocidad, sino también sobre el matrimonio y las complejidades de las relaciones personales. Laura Ferrari es clave en las decisiones de Enzo, y su matrimonio, más allá de lo personal, funciona como una metáfora del negocio que ambos gestionan. El filme muestra las tensiones entre lo privado y lo público, y cómo la figura de Ferrari se ve moldeada por los medios y el poder de la prensa, elemento crucial para la comunicación y la construcción de la imagen pública de la escudería.


En resumen, Ferrari es una obra visualmente potente, que combina la tensión de las carreras con el drama íntimo de sus personajes. Michael Mann demuestra nuevamente su maestría al fusionar lo épico y lo personal, creando una historia que, más allá de las carreras, explora el vértigo de la ambición y el impacto de las decisiones en la vida personal.



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