Desde criminales de carne y hueso, bestias enormes o muertos vivientes, hasta apariciones espectrales, los villanos del terror se han acaparado las pantallas grandes por décadas. ¿Qué es lo que vuelve, de cierto modo, fascinantes a estos personajes? Este especial ofrece, a medida de respuesta, un repaso por los tipos de villanos más comunes en el cine de horror, así como los más recordados.
Por Sebastián Zavala Kahn ESPECIAL / HALLOWEEN
¿Por qué nos gusta el terror?
Antes de comenzar a hablar directamente sobre los villanos de este género, vale la pena que nos preguntemos: ¿por qué disfrutamos ver películas sobre asesinos, monstruos, criaturas, psicópatas, fantasmas, muertos vivientes y demonios? ¿Por qué el terror ha sido por años —y sigue siendo— unos de los géneros cinematográficos más populares del país? (Mairata, 2022) ¿Y por qué es que muchos espectadores parecen tener algún tipo de afición por las historias de horror y por los antagonistas que acechan a los héroes y heroínas de estas producciones? Son todas interrogantes válidas que se han estado haciendo por muchos años: desde que comenzamos a escribir, compartir y contarnos relatos terroríficos a través de la literatura y el boca a boca, hasta épocas actuales donde el terror abarca también el cine, la televisión y el streaming. El terror —ya sea real o ficticio— siempre ha estado acompañándonos. De regreso a la pregunta introductoria, depende de cada espectador: se puede deber, por ejemplo, a que estamos buscando estimulaciones nuevas —“el miedo puede producir adrenalina, resultando en sensaciones intensificadas y una mayor energía” (Yang; Zhang, 2021). Es decir, nos gusta el terror porque nos emociona a nivel biológico, y nos hace sentir experiencias novedosas e intensas.
Por otro lado, el terror puede ser usado, también, para satisfacer nuestra curiosidad por lo oscuro, por lo oculto. Incluso con los avances tecnológicos, científicos e intelectuales con los que contamos hoy en día, hay todavía mucho en el mundo que no se puede explicar. Sucesos extraños, hasta sobrenaturales, que el género del terror utiliza precisamente para atraernos a lo inexplicable. Es por eso que muchas de las cintas del género tocan temas relacionados a la muerte, a lo demoniaco, a lo antiguo o hasta lo religioso. Son preocupaciones que el ser humano ha tenido por siglos, y que en muchas instancias todavía no cuentan con justificaciones satisfactorias —o al menos completas. El terror trata, pues, de explicar lo desconocido con imágenes de miedo, ajenas a lo cotidiano.
Representaciones del mal y los tipos de villanos
Habiendo dicho todo lo anterior, algo con lo que cuenta la mayor parte de películas de terror que consumimos, ya sea en el cine o en la comodidad de nuestros hogares, es un buen antagonista. Puede ser una fuerza sobrenatural o demoniaca —como el infame Pazuzu de El exorcista (The Exorcist, William Friendkin, 1973)—, puede ser un ser humano de características psicopáticas, o puede ser una criatura; ya sea un animal —como el tiburón de… bueno, Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975)—, o un monstruo ficticio, a veces inspirado en seres vivos reales, y a veces no. La maldad, aquella fuerza antagónica a la que nuestros protagonistas se tienen que enfrentar, puede ser representada de distintas maneras. Y si regresamos al concepto de lo desconocido, mientras menos sepamos de estas fuerzas —mientras más se mantengan en las sombras—, mejor. Más tensión sentiremos y más miedo tendremos por lo que le puedan hacer a los personajes principales.
Ahora bien, los incontables villanos de terror que hemos tenido la oportunidad de ver a través de los años pueden ser divididos, hasta cierto punto, en diferentes clases. Tenemos, por ejemplo, al psicópata. Aquel villano popularizado, apropiadamente, por el clásico Psicosis —en realidad llamado “Psicópata”, si uno decide traducir el título original de manera literal— (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960), y que ha influido de manera considerable en la que forma que el público considera a los psicópatas del mundo real. A través de la “villanización” de estos personajes, se puede argumentar que buena parte del público ha comenzado a considerar a los psicópatas no como gente real, sino más bien como representaciones del mal inhumanas y despiadadas.
Cortes sin cortes: asesinos atemporales
Esto ha sucedido, además, a través de los años y aproximadamente desde la década de los setenta, en los famosos slashers: “El cine slasher es un subgénero del cine de terror en el que un psicópata enmascarado va asesinando con un arma blanca a un grupo de jóvenes o adolescentes movido por un sentimiento de ira o venganza” (González, 2022). Estos asesinos pueden ser seres humanos comunes y corrientes, pero extremadamente agresivos y sedientos de sangre. Consideren a cualquiera de los asesinos de las películas de la saga Scream, iniciada por Wes Craven a mediados de los noventa. Pero también pueden ser seres sobrenaturales; personajes que trascienden el espacio y el tiempo, y que suelen ser mucho más difíciles de vencer o matar. Piensen en el famoso Freddy Krueger, de Pesadilla en la calle Elm (Nightmare on Elm Street, Wes Craven, 1984), o por supuesto en Chucky: el Muñeco Diabólico (Child’s Play, Tom Lee Holland, 1988), un juguete que cobra vida y que, a diferencia de Woody, Buzz y sus amigos en Toy Story (John Lasseter, 1995), se dedica a matar.
¿Por qué disfrutamos viendo a estos personajes matar adolescentes, de maneras progresivamente creativas, mientras se van estrenando secuelas, remakes y reboots? Una razón es que nos alejamos un poco de estas experiencias de terror. Las vemos desde lejos, sin involucrarnos demasiado, conscientes de que estamos a salvo en nuestras casas o en la sala de cine, “recordando que son solo actores y que lo que sucede en la pantalla es una gran actuación.” (Yang; Zhang, 2021). Pero por supuesto, tiene que ver mucho, también, con caracterización. Freddy Krueger destaca, por ejemplo, gracias a sus bromas sarcásticas y personalidad excéntrica (por más de que se trate de un asesino de niños). Y por supuesto, resulta absurdo y hasta divertido ver a un muñeco como Chucky matar a gente —muy alejado de lo que uno experimentaría al ver a un ser humano adulto cometiendo las mismas atrocidades.
Primeras luces en la oscuridad: los monstruos iniciales.
Alejándonos un poco de los slashers, vale la pena regresar a los comienzos del cine de terror. Más específicamente, al mundo de los monstruos clásicos de la Universal. De entre ellos, quien más destaca como un gran villano del cine de terror es el Conde Drácula, interpretado por Bela Lugosi en Drácula (Dracula. Tod Browning, 1931), e interpretado y reinterpretado posteriormente por incontables actores en distintas producciones, de diferentes tipos, orígenes e idiomas. Este tipo de personaje —de poderes sobrenaturales, físicamente atractivo, y muy distinto a un asesino de la vida real— resulta popular porque representa “una amenaza física” (DeGuzman, 2023) para los protagonistas. Resulta emocionante, entonces, ver a los personajes de la película intentar superar a este villano, tratando de sobrepasar sus propios miedos, y comportándose como el “underdog”[1]; aquel personaje desaventajado y de pocas fortalezas, que debe derrotar a un antagonista claramente superior.
Generalizando un poco más, hay ciertas características que han convertido a diversos villanos del cine de terror en verdaderos iconos del género. Muy aparte de las sensaciones de horror que logran generar en el espectador, o la forma en que han sido caracterizados, ayuda, por ejemplo, que cuenten con algún símbolo que los haga fáciles de reconocer. “La máscara de hockey de Jason Voorhees es un símbolo universal del miedo y la sangre” (Frierson, 2016), por ejemplo. O también tenemos las garras de Freddy Krueger, una característica que lo ayuda a establecerse como una figura evidentemente inhumana, pero que también genera terror tanto en los personajes como el espectador. Y por supuesto, está el arma universal del asesino: el cuchillo. Desde el Norman Bates de Psicosis, hasta la Señora Vorhees del primer Viernes 13 (Friday the 13th, Sean S. Cunningham, 1980), pasando por el mismísimo Michael Myers de la franquicia de Halloween, iniciada por John Carpenter en 1978, muchos de estos villanos han blandido esta arma blanca, convirtiéndola en un símbolo universal de violencia y desmembramiento.
Presencias demoniacas y crucifijos: más terror del más allá
¿Y qué hay de las películas de carácter religioso? El exorcista, de William Friedkin, popularizó la inclusión de demonios, exorcismos e historias basadas en pasajes de La Biblia en el cine mundial. Lo que no muchos consideran, sin embargo, es que el demonio que termina poseyendo a la pobre Regan (Linda Blair) no aparece en La Biblia, sino más bien se trata de un demonio sumerio: “Era conocido como el rey de los demonios en el elemento viento, era especialista en traer tormentas, peste, plagas, fiebre, delirios, todo lo malo que puede existir en el mundo” (López, 2022). Esto se hace evidente al inicio de la película, cuando vemos una estatua de Pazuzu en una escena de excavación en Irak. Y regresando a lo efectivo que puede ser el terror cuando se hace énfasis en lo misterioso o desconocido, vamos viendo el rostro de Pazuzu muy esporádicamente a lo largo de la película, usualmente durante un solo frame o dos.
Es así, pues, que Pazuzu se convierte en un antagonista al que casi no vemos, y que más bien conocemos a través de su posesión de Regan. Es por eso que resultan tan efectivas las escenas de posesión y exorcismo; porque escuchamos a Pazuzu viniendo de la boca de una joven inocente, que está siendo dañada y manipulada por un ente antiguo, oscuro y misterioso. Esto es algo que ha influido tremendamente en lo que hoy en día se podría considerar como el subgénero del terror religioso de exorcismos, y que se ha visto en producciones variadas, desde El exorcismo de Emily Rose (The Exorcism of Emily Rose, Scott Derrickson, 2005), mezclando el terror con una suerte de drama legal, supuestamente basado en eventos reales, hasta Líbranos del mal (Deliver Us from Evil, Scott Derrickson, 2014), que decide insertar las escenas de exorcismo en una historia policial, y por supuesto, la peruana No estamos solos (Daniel Rodríguez Risco, 2016), con claras influencias de distintas películas norteamericanas de posesiones. Todos estos demonios, capaces de meterse en los cuerpos de varias personas inocentes, destacan porque nunca llegamos a verlos muy claramente. Manipulan, utilizan, poseen y dañan, pero nunca se dejan ver; se quedan en las sombras.
Evidentemente, estos personajes no se encuentran únicamente en el cine comercial occidental. El terror japonés, por ejemplo, ha demostrado ser extremadamente popular en diferentes mercados, en parte gracias a “esa sensación incómoda que nos genera ver a los fantasmas o almas en pena sin censura alguna, los que además aparecen de forma lenta ante nosotros” (Hola Japones, 2021). Se trata, pues, de un cine con sus propias idiosincrasias, basado en muchos casos en mitología y cuentos muy propios del Japón, pero que gracias a la presencia de espíritus, demonios y situaciones innegablemente escalofriantes, han logrado calar en un público muy amplio (y muy devoto). De hecho, estas películas lograron tener tanta acogida, que hacia principios del siglo veintiuno, tuvieron varios remakes norteamericanos, todos protagonizaos por espíritus misteriosos. De estos filmes, destaca la mujer de las películas de El Aro, una mujer pálida, sucia, de larga cabellera, que sale de la pantalla de televisión para asesinarte. Se trata de un personaje inesperado, una suerte de mezcla entre espíritu, monstruo, y ser humano de orígenes inocentes.
Bestias malignas: los otros monstruos
Por otro lado, tenemos a los monstruos. No a personajes como el ya mencionado Conde Drácula, que en la mayoría de sus interpretaciones todavía cuenta con algo de humanidad. Si no más bien a criaturas de poca consciencia, como el ya mencionado tiburón de la obra maestra de Steven Spielberg. Consideren, entonces, a una figura como Godzilla (o Gojira), un personaje clásico oriundo del Japón que, a pesar de protagonizar películas de diversos géneros, y de no siempre ser caracterizado como villano (¡a veces ayuda a las personas en vez de atacarlas!), igual puede ser considerado como un enemigo formidable. Godzilla puede ser considerado, además, como un Kaiju; un término que se refiere a “los clásicos monstruos que invaden grandes ciudades y se enfrentan a los humanos, o a historias de monstruos contra otros monstruos” (Martinez, 2021). Se trata en realidad en un género en sí mismo, iniciado por la primera película del buen Gojira (Ishirō Honda, 1954), y en el que se podría ahondar en otro texto.
Regresando a Norteamérica, tenemos al personaje Larry Talbot de El Hombre Lobo (The Wolf Man. George Waggner, 1941), quien pasa de ser un hombre común y corriente a un monstruo feroz. Algo similar a la clásica historia del Doctor Jekyll y el Señor Hyde, que lida con la dualidad del ser humano, y que nos dicen mucho sobre los dos “lados” de la consciencia humana. La parte racional, evolucionada, intelectual y, por supuesto, la parte feral, violenta, que no discierne entre amigos y enemigos. Estos personajes resultan fascinantes porque le permiten al espectador empatizar con ellos. Sabemos que todavía les queda algo de humanidad y que están pasando por algún tipo de batalla interna, intentando derrotar al animal que parece estar absorbiéndolos. Esto no sucede, por ejemplo, con un villano como Drácula, alguien que sabe perfectamente lo que está haciendo, y que de hecho se deleita en chuparle la sangre a sus víctimas.
El temor continúa. Reflexión final.
No obstante, lo que al final del día une a todos estos villanos, ya sean asesinos, psicópatas, criaturas, monstruos, o seres sobrenaturales, es su capacidad para asustarnos. Alguien como Michael Myers o Jason Vorhees nos inquietan porque nos hace recordar a los criminales que existen en la vida real. Estamos conscientes, a pesar de estar viendo un producto de ficción, que existe la mínima posibilidad de que alguien se meta a nuestros hogares para asesinarnos. Por otro lado, el miedo que provoca el tiburón de Spielberg o el Hombre Lobo de George Waggner es distinto. Es más instintivo, más relacionado al miedo natural que le tenemos a criaturas más grandes, fuertes y agresivas que nosotros. Y por supuesto, lo sobrenatural está más ligado a lo misterioso y desconocido. A lo relacionado a historias antiguas de las que sabemos poco, o sucesos que simplemente no podemos explicar. No sabemos qué hay después de la muerte —al menos no a ciencia cierta—, lo cual ayuda a que los fantasmas, espíritus, zombis y demonios nos den miedo. Sabemos que no existen en la vida real, pero como desconocemos qué nos pasa al morir y no estamos completamente seguros de que no podrían existir.
La cultura popular en la que se encuentran muchos de los villanos del cine ha ayudado a que sintamos una innegable atracción al terror, hacia los asesinos, monstruos, criaturas y espíritus que se dedican a atormentar a personajes inocentes. Pero también gracias a como han sido presentados, caracterizados e interpretados, estos villanos se han quedado en el imaginario colectivo, convirtiéndose en iconos cinematográficos. Cómo lucen, hablan o actúan; son estas representaciones aquello que vuelve a los villanos del terror, como en muchos casos dentro de la ficción, inmortales. El terror está aquí para quedarse —lo ha estado por siglos—, y gracias a los personajes ya mencionados, y a muchos más, siempre formará parte importante de la producción cinematográfica mundial.
Referencias
Collins (s.f.). Traducción al español de “underdog”. En el Collins Dictionary.com. Recuperado el 11 de setiembre, 2023, en https://www.collinsdictionary.com/es/diccionario/ingles espanol/underdog
DeGuzman, K. (2023). Types of villains — 10 forms of the villain archetype explained. StudioBinder. https://www.studiobinder.com/blog/types-of-villains/#types-of-villains-the-monster
Frierson, M. (2016). What makes a horror movie villain? | RMU Sentry Media. RMU Sentry Media. https://www.rmusentrymedia.com/arts-entertainment/features/what-makes-a-horror-movie-villain/
González, V. (2022). Cine slasher: historia, características, evolución y futuro. Cinemagavia. https://cinemagavia.es/cine-slasher-monografico/
Hola Japones (2021, 24 noviembre). Todo lo que necesitas saber sobre el terror japonés 👻. Hola Japonés. https://www.holajapones.com/todo-sobre-el-terror-japones/
Lopez, J. (2022, 8 julio). Pazuzu, lo que no sabías sobre este demonio Sumerio. Conozcamos Todas Las Mitologias De Nuestro Planeta. https://hablemosdemitologias.com/c-mitologia-sumeria/pazuzu/
Mairata, S. (2022, 16 octubre). Terror, placer peruano. La República.pe. https://larepublica.pe/domingo/2022/10/16/terror-placer-peruano-peliculas
Martinez, A. (2021). ¿Qué es Kaiju? Los monstruos más queridos del cine. GoGo Catrina. https://gogocatrina.com/cine/que-es-kaiju-los-monstruos-mas-queridos-del-cine/
Yang, H., Zhang, K. (2021, 26 octubre). The psychology behind why we love (or hate) horror. Harvard Business Review. https://hbr.org/2021/10/the-psychology-behind-why-we-love-or-hate-horror