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“Eric” (2024): Entre monstruos, desapariciones y crisis social

La serie se sitúa en los tumultuosos años ochenta, cuando la ciudad de Nueva York enfrenta problemáticas sociales como la inseguridad ciudadana, el aumento de personas sin hogar y la propagación del VIH. En este contexto, el hijo de Vincent, un marionetista y creador del programa infantil Good Day Sunshine, desaparece camino a la escuela una mañana, lo que desencadena una intensa búsqueda para encontrarlo.


Por Francisco Torres                                                                                      CRÍTICA / NETFLIX

El punto de partida de la serie es la desaparición de Edgard, el hijo de Vincent. El día que debía llevarlo a la escuela, Vincent discute con Cassie, la madre de Edgard. La serie muestra la dinámica familiar, donde Vincent, aunque a veces consiente a su hijo comprándole cosas, también es muy exigente. Un ejemplo es cuando presiona a Edgard para que presente una idea sobre un nuevo títere llamado Eric, lo que deja al niño frustrado. Cassie, en cambio, es más comprensiva. Sin embargo, la tensión en el hogar es constante debido a las frecuentes peleas entre Vincent y Cassie, agravadas por los problemas de alcoholismo de Vincent, lo que crea un ambiente incómodo para Edgard.


Ya en el momento en que se da la desaparición de Edgard, los problemas que ya existían en la relación entre Vincent y Cassie se incrementan. Es en este punto donde aparece otro personaje que resulta ser bastante importante. El policía encargado de la investigación, Michael Ledroit, llega por momentos a coprotagonizar la serie. Es este personaje el que resulta más interesante, ya que gracias a él se exploran los aspectos positivos de la serie. Ledroit, al ser homosexual, debe mantener su orientación en secreto en un entorno hostil como lo es el cuerpo policial en los años ochenta, una década marcada por un gran prejuicio hacia la comunidad LGBT debido a la proliferación del virus del VIH. Este personaje es íntegro y comprometido con la búsqueda de justicia en un lugar donde parece que al resto no les importa mucho. Es en este punto señalado donde la serie se encarga de retratar la incompetencia policial y la corrupción, ya que se muestra un entramado político entre gobernadores y las fuerzas del orden respecto a una red de pedofilia y el abuso de poder contra personas en situación vulnerable.


Teniendo todos estos elementos sobre la mesa, la serie establece dos líneas argumentales entrelazadas: por un lado, la investigación policial de Ledroit, y por otro, la historia de los padres de Edgard. La primera funciona relativamente bien, ya que Michael es un personaje con el que el espectador puede empatizar, al ser alguien que lucha por los ideales en los que cree. Es una persona que enfrenta un conflicto importante, siendo un hombre negro y homosexual dentro de una organización que, para aquella época, se caracterizaba de manera pronunciada por el racismo y la homofobia. Son cuestiones sociales que generan interés, tanto por cómo lidia con esos asuntos de manera profesional como por la forma en que la serie muestra su vida personal.


Por otro lado, respecto a los padres de Edgard, es donde se ve el gran problema de la serie. Son dos personajes con los que es muy complicado empatizar, especialmente el personaje interpretado por Benedict Cumberbatch. No es como el alcohólico Bojack Horseman, que, con sus errores, resulta gracioso y, cuando no lo es, ofrece reflexiones sobre la condición humana que resuenan. Además, los personajes de su entorno terminan alejándose de él como una forma de hacer entender que sus acciones están mal. En el caso de Vincent, es simplemente un cascarrabias consumido por su propio ego. Ni siquiera se puede sentir pena por cómo reacciona ante la desaparición de su hijo, ya que, con la clase de persona que es, lo normal es que repela a la gente. No obstante, sigue teniendo el apoyo de sus compañeros de trabajo, pese a su mala actitud, lo cual resulta extraño, porque una persona así no suele recibir ese tipo de apoyo. En el caso de la madre, no es igual, y ella es la única que cuestiona de manera acertada al protagonista, pero al no tener un conflicto tan significativo en su arco, termina siendo un personaje bastante olvidable.

"Eric" (2024). Fuente: HUMO

Algo particular que llama la atención, no necesariamente de buena manera, es cómo se busca representar la culpabilidad que siente Vincent y su conflicto interno. Él llega a dibujar lo que inicialmente había creado su hijo, un personaje ficticio llamado Eric, que se manifiesta de forma real, al menos bajo la percepción de Vincent, y lo acompaña en la búsqueda de su hijo. Este personaje le dice que los monstruos no están debajo de la cama, como una forma de decir que el peligro real está afuera, en las calles, y también dentro de uno mismo. Eric es un añadido a la historia que proporciona un atractivo visual, pero no es un elemento que impulse un desarrollo realista de Vincent como persona. Al contrario, el problema es que este "monstruo" repite todo lo que ya sabemos del protagonista: sus fallos como ser humano. Así que no aporta nada nuevo a la historia, y parece ser solo una excusa para mostrar la locura en la que cae Vincent. La resolución a esto es abrupta, ya que el protagonista no aprende su lección ni crece como persona. Solo llega a un punto de hartazgo en el que quiere deshacerse de ese personaje que se manifiesta en su imaginación y lo atormenta.


Otro aspecto a mencionar es que se ofrece una explicación sobre la forma de ser de Vincent, cuyo origen es su mala relación con su padre, quien nunca pasó tiempo de calidad con él. Vincent ciertamente tiene ese problema, aunque nunca se profundiza. Hay un problema en cómo se aborda este tema, ya que, al tener estas dos tramas, es complicado encontrar el equilibrio. Por eso, lo relacionado con Michael Ledroit es llamativo, mientras que lo de los padres de Edgard resulta bastante agotador de ver, en el mal sentido. El ritmo no es el adecuado, ya que las cosas se desarrollan de manera bastante lenta y casi sin tensión, porque a mitad de la historia el espectador ya sabe que Edgard está a salvo, contrario a lo que se podría pensar inicialmente.


Por estos motivos, la trama más netamente policial se presta para poner sobre la mesa discusiones sociales importantes, pero todo lo relacionado con los padres de Edgard no engancha al ser personajes que no despiertan interés debido a su forma de ser, la mala ejecución de su conflicto interno y el mal ritmo de la serie.








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