El auge del humano 3 es una de las propuestas más originales e insólitas del cine reciente. Es un ovni aterrizado en Latinoamérica. Formó parte de la Competencia Iberoamericana en el marco del 4° Lima Alterna Festival de Cine. Su director, Eduardo “Teddy” Williams, estuvo presente al término de la proyección del pasado miércoles, acompañado de Trilce Patrón, productora de la cinta. En ese intercambio de preguntas y respuestas, el cineasta argentino comentó su forma de ver el cine, el manejo de su equipo y su forma de trabajar con actores no profesionales.
Por José Carlos Cabrejo y Mariano Viza Q&A / LIMA ALTERNA
El auge del humano 3 (2023), continuación de El auge del humano (2016) -no existe El auge del humano 2-, te descoloca. En varios momentos, te hace sentir que estás viendo algo auténticamente nuevo en la pantalla, en su forma de acercarse, con la cámara húmeda, manchada, tanto en la distancia como en la cercanía, a sus personajes, al igual que a escenarios naturales de belleza orgánica y misteriosa. Posee un aura de autenticidad documental, que de pronto vira a lo fantástico o a lo surreal o a lo experimental o a no sabemos qué.
La película une distintos idiomas, como el español o el chino. Incluso, al momento de enlazar lugares, no se sienten distintos sino similares, a menos que uno los conozca por un viaje o por haber vivido allí. Williams comenta que no tiene grandes ideas sobre la interconexión y que lo reflejado en su película va más hacia el lado de no querer estructurar la cinta a partir del país en el que se desarrolla la escena (Sri Lanka, Taiwán o alguna zona particular de Iquitos, Perú), sino todo lo contrario. Para él, una gran interrogante era cómo se iban a comunicar los actores en las escenas ya que quería evitar lo más que se pueda el uso del inglés. Por eso mismo, hay escenas en que cada uno de los involucrados habla en su idioma. “Me parece que en mis películas siempre quiero conectar países que no vemos que estén conectados normalmente. Cuando empecé a hacer cine, viajaba a festivales y de ahí nace la interconectividad. Ya cuando tuve dinero se me ocurrió filmar en distintos lugares, lo que me llevó a conocer y descubrir nuevos lugares”, señaló. Williams afirma que a pesar de que dos lugares en distintos países pueden ser muy diferentes, una vez que uno llega, puede hallar similitudes y darse cuenta de que no hay muchas diferencias.
Esta película de Williams no solo se caracteriza por tener varios idiomas que se cruzan a través de las escenas, sino también por la gran cantidad de escenarios, como ya se señaló, de distintas partes del mundo. Esto obviamente involucró un traslado del equipo técnico, lo que generó que el rodaje se paralizara momentáneamente hasta que todo esté listo para grabar en la nueva locación. En ese marco, las ideas no estaban atadas a ningún lugar, porque eran espacios que ni conocían. El método de trabajo de Williams consistía en editar lo que se grababa y en base a eso se reescribía: “Les proponía las ideas a las personas y en plena charla las reformulábamos. En general, hay escenas que las había pensado, como la del principio, pero también había otras que se ideaban en pleno rodaje o en la etapa de montaje. Hacía muchas cosas en el rodaje sin saber a dónde iban”.
ENCUADRAR DESDE UNA REALIDAD VIRTUAL
La película de Williams se caracteriza por su particular estilo visual. Por un lado, se filmó con una cámara 360 que en lugar de enfocar un punto en particular, permite ver todas las posiciones posibles del encuadre final. La percepción que se logra es muy distinta a lo que normalmente vemos en el cine. Da la sensación de estar viendo alguna calle en Google Maps. Eduardo menciona que la principal razón de usar esta cámara fue que decidía el encuadre en la postproducción, lo que llevó a sentir otro nivel físico al hacer cine. Lo que hizo fue grabar sus movimientos, y los veía dentro de la realidad virtual. Al mover la cabeza, decidía el encuadre. A Williams le interesaba ver el cambio del momento, de tiempo, que podía generar esta técnica. Una vez que el público llega a la cinta, pueden sentir más los espacios, así como su cercanía con las personas.
A propósito de los supuestos temas espirituales de la película, el cineasta comentó que no hay algo muy consciente sobre eso, así como de las secuencias en que se ven a unos sujetos flotando. Contó que respecto a esas imágenes los espectadores solían decirle que involucraba drogas, hongos o hasta meditación. Ante ello, respondió que esos estados mentales, cercanos al trance por estupefacientes, sí influían en lo que después quería hacer. Sin embargo, durante el rodaje, nunca pasó por su cabeza la posibilidad de consumir drogas, sea por falta de tiempo o por estar enfocado en la realización. “Me gusta en la vida experimentar distintos estados mentales, sea con drogas o meditación”, aseveró Teddy entre las risas del público.
Trilce Patrón, productora peruana, contó que trabajó la película con una productora de Iquitos. En sus palabras, la cinta ya había tenido un tiempo planeada, y la contactaron cuando ya habían decidido filmar en Iquitos, por el clima y por ser parte de la Amazonía. Es curioso ver que esta película fue filmada acá y que no contó con fondos de DAFO, pero sí de Taiwán y de Holanda, aunque este fuera un país en el que no se filmó.
Williams contó que con más tiempo podrían haber aplicado a fondos del Estado peruano. Se actuó en función de la urgencia de la producción, porque así es su modo de trabajo. “Si se estira mucho el tiempo, me cuesta mantener las ideas a flote por la misma burocracia de los fondos. Todo fue muy rápido”, dijo.
Eduardo Williams agregó que suele decepcionar al público cuando le preguntan por el cine y sus posibles referentes. “Intento ver películas como espectador y no como director. No las veo como si las fuese a usar”, refirió. El argentino relató que suele hallar más inspiración en la vida misma que en el cine, y que le sorprende que otras personas puedan asociar sus películas a otras.
UNA FORMA DISTINTA DE HACER CINE
La grabación de El auge del humano 3 en una cámara 360 expande las posibilidades expresivas, por lo que decidió los encuadres cuando estaba en la postproducción. Este dispositivo acompaña a los actores de una manera diferente a como lo haría una cámara de cine, y en la película se siente una danza que involucra a actores y al dispositivo. Williams menciona que, en general, cuando hace sus películas, le gusta la relación de la cámara con las personas y el espacio. “Decidir un encuadre cambiaba la manera de ver mi película”, precisó.
En lo que respecta al ensayo y la dirección de actores, Williams procuró que entre los involucrados haya cierta cercanía al momento de trabajar, lo que se evidencia en la imagen. Por eso mismo, es vital para él compartir tiempo y dejar el ensayo en un segundo plano. “En mis películas ensayamos el recorrido que hacen los personajes, pero los diálogos no, a menos que sea una escena en específico o haya mucho texto”, comentó.
Ese tiempo que compartió con los actores fue importante ya que, al ser la película tan compleja y al solo poder explicarla una vez filmada, necesita conocerlos. Eso lo lleva a dejar en claro que cuando grabaron, no hay nada de lo que hayan hecho que pueda estar mal: “Con los nervios de un rodaje pueden estar nerviosos, por eso se les explica ese detalle para que se sientan relajados. Incluso si se olvidaban una línea, yo seguía grabando e incluso ello podía hacer que la escena quedara mejor”. Por eso mismo, esperaba a llegar al rodaje para saber qué realmente se iba a grabar. No buscó ceñirse a un orden tan cuadrado como lo podría ser un plan de rodaje.
“Yo no insisto mucho en preguntar. En general, cuando muestro mis obras, la mayoría de las personas que participan, a pesar de haberla pasado bien, no están ante un tipo de película que les interesa ver o ante una a la que están acostumbrados”, mencionó Teddy. Para él es muy importante saber qué sintieron al momento de hacerlo. Aunque los actores le agradecieron la participación, sintió que no entendieron la propuesta del todo.
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