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Miguel Barreda es un realizador de cine y video arequipeño. Trabaja como director, productor y editor para cine y TV. Estudió en la Academia de Cine y Televisión de Alemania en Berlín. Actualmente estrenó la cinta Redención. El largometraje fue rodado en su totalidad en Arequipa, y la narrativa se acerca a la violencia contra la mujer, el fanatismo religioso, el crimen, y la obsesión que trae consigo la culpa.
Por Alberto Ríos ENTREVISTAS / CINE PERUANO
¿Cómo nació la idea de la película? Tengo entendido que parte de un caso real.
Desde que tuve conocimiento de los eventos que motivaron esta película, dos interrogantes persistieron en mi mente: ¿Cómo pudo la víctima continuar su vida sin ver realizada la justicia? Y ¿cómo pudo el perpetrador seguir adelante con el peso de su conciencia? Esta es la razón por la que, a través de la narrativa ficticia, me propuse explorar el mundo interior de los personajes y abordar un problema que afecta a la sociedad en todas sus dimensiones: la impunidad frente a la violencia contra las mujeres.
Me gustaría hablar sobre cómo el arte, en particular el cine, puede poner de manifiesto temas y generar discusiones. ¿Qué opinas al respecto?
El arte, desde mi perspectiva, revela problemas sociales y desencadena diálogos significativos. No obstante, como artista, cuestiono mi habilidad para resolver problemáticas complejas que afectan la convivencia. A pesar de ello, encuentro valor en el mensaje de la película, que opta por mostrar ciertos aspectos sin ser explícitos, permitiendo que los espectadores completen la información omitida. Creo firmemente que películas como esta tienen el potencial de desencadenar conversaciones más profundas que nos obliguen a enfrentar temas sensibles, provocando una reevaluación crítica de situaciones que a menudo se ignoran. Como artistas, poseemos la capacidad única de generar debates significativos, aunque nuestras capacidades sean limitadas. A pesar de no poder abordar todo, debemos aprovechar al máximo nuestro terreno creativo para poner de relieve lo que consideramos problemático en nuestra sociedad y no dejar de desafiar a esos sectores que se resisten al cambio.
Otro elemento importante de la cinta es la fe. La búsqueda de esta parece lograr una redención que, paradójicamente, puede brindar impunidad moral. ¿Cómo crees que influye este aspecto en el mensaje que intentan transmitir?
La lectura es perfecta. Personalmente, me intriga la relación de los humanos con lo sobrenatural y cómo buscamos respuestas en ello. La fe se muestra en la película como un sustento para mejorar la vida y como una esperanza en milagros. Hay dos enfoques: uno que busca la intervención de fuerzas sobrenaturales externas y otro que, aunque no es universal, es común en religiones, especialmente en aquellas vinculadas al cristianismo, que introducen el concepto del pecado en la relación humana con lo natural. Esta reflexión se centra en cómo sustituimos lo que debería ser un compromiso moral o ético por códigos predefinidos, generando un ciclo de cometer errores, arrepentirse, perdonar y repetir. Las religiones han sabido manejar la culpa humana para mantener su influencia y control.
Cambiando un poco de tema, ¿cómo describirías el proceso de producción de la película en Perú?
Creo que realizar cine en cualquier parte del mundo es un desafío significativo, pero personalmente encuentro una gran satisfacción en el proceso. Desde la etapa inicial de desarrollo de la idea hasta la escritura del guion, aunque esta parte del proceso puede resultar tediosa para mí. Mi entusiasmo alcanza su punto máximo en la preproducción y el rodaje, especialmente cuando los personajes cobran vida por sí mismos. Es un viaje intenso y hermoso, aunque a veces solitario y tedioso. Después de un arduo trabajo para obtener financiamiento, finalmente encajaron algunas piezas durante la pandemia. Presentamos el guion en un concurso de fondos en 2021 y ganamos, lo que nos permitió comenzar la producción en 2022. Diseñamos el proyecto para ejecutarse con esos fondos ganados, evitando tener que buscar financiamiento adicional, lo cual puede ser desgastante y a menudo lleva a adaptar el contenido a presupuestos más reducidos.
Hablaste sobre el apoyo económico crucial que el Ministerio de Cultura ha proporcionado a la producción cinematográfica en Perú. ¿Cómo crees que la falta de este respaldo podría afectar a los cineastas y al cine peruano como tal?
Para nosotros, los cineastas en Perú, la ausencia de este apoyo sería sumamente perjudicial, ya que estos fondos son fundamentales para la realización de proyectos que reflejan la sociedad, exploran temas históricos y proyectan el futuro. Estamos generando bienes culturales de valor, un legado para las futuras generaciones. La existencia de un cine nacional no solo proporciona empleo, sino que también contribuye a la memoria colectiva de una nación. Considero que eliminar este respaldo sería autodestructivo, y es preocupante la aparición de proyectos de ley sin consultar a los involucrados. ¿Cómo legislar sobre algo sin comprender su esencia? Es desconcertante y decepcionante ver la falta de conocimiento y consulta con los gremios cinematográficos. Como comunicadores, también compartimos la responsabilidad de educar sobre la producción cinematográfica, no solo delegar esta tarea a instituciones privadas. ¿No deberíamos explicar y compartir cómo se produce y se vive el cine?
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