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“El oficial y el espía” (2019): la pugna por el honor

Actualizado: 10 nov 2022

Discreta, contenida y sin sobresaltos. Así podría definirse la última entrega de Roman Polanski.


Por Fernanda Huapaya CRÍTICAS / STREAMING

Fuente: Otros Cines


Discreta, contenida y sin sobresaltos. Así podría definirse la última entrega de Roman Polanski, una cinta dramática en la que el controversial director vuelve al cine de época como en Tess (1979), El Pianista (2002) u Oliver Twist (2005). Esta vez el relato se basa en el histórico Caso Dreyfus de 1894 en el que una sentencia malintencionada y orquestada por el ejército francés declaró culpable de alta traición a Alfred Dreyfus, un capitán de origen judío.


Sin embargo, la historia no se centra en el acusado, sino en Georges Picquart (Jean Dujardin), un coronel que, tras inferencias y buen olfato, empieza a sospechar que el juicio fue deshonesto e incitado por un antisemitismo impregnado en el poder militar –y en el resto de la sociedad-.


Desde el inicio el espectador acompaña al protagonista en camino a su revelación, aquella que luego lo sumergirá en una investigación y le traerá consecuencias. Aun así, pese a las tensiones, casi no notamos al personaje intranquilo o desbordado en ningún momento, un detalle que hace que el relato carezca de emotividad. Sin embargo, la película cuenta con argumentos narrativos que sostiene la reflexión y la intriga hasta el final. Una historia donde los poderosos, Picquart y el mismo Dreyfus pugnan, sin sentimentalismos, por algo en común: su honor.

Fuente: GatoTV.com


En el caso de Picquart, esta necesidad de comprobar su verdad va de menos a más y esta transición del personaje se apoya en un ritmo narrativo notable. Desde que pasa de ser un ignorante del asunto hasta que se vuelve un empecinado en validar sus sospechas en un contexto donde va descubriendo que se rodea de apañadores. Un camino similar al que propuso Polanski con el personaje de Mia Farrow en El bebé de Rosemary (1968), película en que la protagonista pasa de ver todo con normalidad hasta llegar a un punto de desconfianza y recelo hacia todos que la lleva a la locura. Sin embargo, en este caso, el coronel siempre permanece con templanza y cordura.


Una vez que está convencido de que el juicio es una patraña, Polanski lo presenta como un personaje que, si bien no se considera un héroe, cuenta con un cargo de conciencia que lo sobrepasa. Picquart se ve obligado a sí mismo a denunciar la corrupción y a defender a Dreyfus. A velar por su honor y el de otro. A no callar y gritar “J’Acuse” (Yo Acuso), nombre original de la película que posee un mayor sentido con el relato que la traducción.


Es una frase que hace referencia a un hecho real que el director recrea y en la que aparecen mucho más claros dos conceptos que se exponen en la película: posverdad y opinión pública. En este punto, si bien no se profundiza sobre el ajusticiamiento social, sí se hace referencia al manejo de la prensa y otras vías de manipulación alrededor de la sentencia de Dreyfus. En tanto Picquart, al alzar su voz, se enfrentará al riesgo de perderlo todo si no logra demostrar su versión.

Fuente: La Paseata


Por su parte, más allá de la moralidad que envuelve al impasible coronel, este también se ve condicionado por algo que pone a prueba su comportamiento ejemplar: el romance. Esto a partir de la presencia de Pauline Moinner, protagonizada por Emmanuelle Seigner (esposa de Polanski), y cuya interacción como pareja del personaje también aparece contenida, sin dramatismo, pero simbólica. Esta vez el director vuelve a proponer a Seigner como mujer prohibida, tal como lo hizo al darle vida a la irreverente Mimi en Luna de Hiel (1992).


En lo que respecta a lo visual, Polanski apela nuevamente, como en buena parte de su filmografía, a caricaturizar a algunos personajes y escenas, utilizando angulares y transiciones a modo de cuento, pero sin caer en exageraciones que se antepongan a la sobriedad de la película. Asimismo, la recurrencia de la clave baja y la frialdad del color, sin duda, también corresponden a su propuesta discreta.


Si bien no se trata de una película que se propone conmover, pese a que se basa en el tratamiento de la injusticia, la mentira y el honor, sí invita a la reflexión, al cuestionamiento, y logra sostenerse con buen ritmo, intriga y toques de suspenso. Una entrega acertada y de las más sugerentes del director.








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