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Dragon Ball Z: “Gohan y Trunks” (1993), “El Padre de Goku” (1990) o el legado y el destino como fuerzas narrativas

Actualizado: 21 ago

Hace algunos meses falleció Akira Toriyama, una figura destacada del entretenimiento japonés. Su obra más famosa es Dragon Ball, que luego se expandió en Dragon Ball Z y varias películas y continuaciones. Aunque el autor de este texto disfrutó de todas las sagas, considera que dos películas que exploran líneas temporales no vistas en el anime regular son lo mejor de la franquicia.


Por MarianoViza                                                                       CRÍTICA /PRIME VIDEO


Dragon Ball Z: Gohan y Trunks

Dragon Ball Z: Gohan y Trunks (Doragon Bōru Zetto Zetsubō e no Hankō!! Nokosareta Chō-Senshi • Gohan to Torankusu) nos lleva a un futuro distópico en el que Gokú, el gran salvador de todos, ha muerto. La paz dura brevemente hasta la aparición de los temibles androides 17 y 18. Los guerreros restantes hacen frente, pero sus poderes no son suficientes para tales enemigos llevándolos a la muerte. La película nos planta el terror absoluto desde el primer minuto. No hay espacio alguno para la alegría que se vio en la emisión de la serie incluso en los momentos más tensos como cuando enfrentaron a Freezer. Acá no hay marcha atrás, las esferas del dragón no funcionan y Gohan, el último en pie, es solo un niño.


Los años pasan y Gohan crece. Ahora convertido en adulto, usa el traje de su padre y adquiere, queriendo o no, la labor de ser el salvador de la tierra. Aunque esta decisión no se nos muestra directamente, hemos conocido a través de la serie y conociendo el final de la misma, que Gohan peleó solo cuando era necesario, mas no era su interés principal. Este quería ser un investigador. Sin embargo, en este futuro es él quien toma la batuta y representa el legado de Gokú. Por otro lado, tenemos a Trunks, hijo de Vegeta. Este es solo un niño mientras ve como su ciudad va siendo arrasada por estos monstruos mecánicos. Es por eso que también quiere continuar lo que hizo su padre Vegeta en el pasado. Para infortunio de Gohan y Trunks, aunque sus convicciones son altas, su nivel de poder no lo es.


Al frente tenemos a los androides quienes son los enemigos a vencer, pero no son como otros villanos que hemos visto. Su motivo de maldad no es conquistar el mundo, conseguir la inmortalidad o tener mucho dinero. Ellos, a diferencia de Freezer o Vegeta, solo quieren destruir todo lo que esté al frente suyo. Quieren el caos absoluto como lo quería el Joker en El caballero de la noche. Hay momentos en los que su diversión es robar ropa, probarse diversos atuendos o simplemente hacer explotar edificios y matar personas. Su único fin es el destruir todo lo que les plazca.

Este especial o película de corta duración no sigue el molde narrativo de otras entregas. No es la clásica estructura de mostrar al héroe en su cotidianidad, su cruce con el villano, la primera derrota y la posterior victoria. Acá no sucede eso. Esta es una historia trágica en la que por más palabras motivadoras que puedan decir los protagonistas, el viaje no será nada bueno.


La cinta muestra secuencias de batalla emocionantes, pero también de terror. Es en los momentos de mayor miedo que tienen los personajes donde se aprovechan recursos del cine mudo. La música cercana a una ópera para los momentos en los que Gohan y Trunks escapan de los enemigos, el color para retratar la desesperación al escapar de estos o la muerte misma de Gohan que no se muestra como algo heroico como tal, sino más bien, como una tragedia absoluta. Incluso la transformación del super saiyajin que tanto revuelo generó en la saga de Freezer por el poder que brindaba al guerrero, acá no es suficiente. Ni usar la ropa del padre, ni conseguir sus poderes ni las palabras, sirven para que ellos puedan salir victoriosos.


Aunque se sabe el final de la saga (Trunks viaja al pasado, salva a Gokú, vuelve a su línea temporal matando de una vez por todas a los androides y al siguiente enemigo que es Cell), hay un aire de infortunio y tristeza que rodea esta cinta. El final no es una victoria sino una derrota total. Gohan ha muerto, los androides siguen aterrorizando la ciudad y el único guerrero que queda en pie no es lo suficientemente fuerte para hacerles frente. Si existe un desenlace que pueda asemejarse a este, podría decir que es el de Star Wars Episodio V: El Imperio Contraataca, en que el héroe ha sido derrotado y debe prepararse para un último combate.



Dragon Ball Z: el Padre de Goku


"Dragon Ball: El Padre de Goku” (1990). Fuente: 3D Juegos

Esta película, originalmente titulada Tatta Hitori no Saishū Kessen ~Furīza ni Idonda Zetto Senshi Son Gokū no Chichi~, a diferencia de la de Gohan y Trunks, nos lleva al pasado. Muchos años atrás antes de Gokú, Vegeta y sus amigos. En esta ocasión, seguimos al padre de Gokú: Bardock. Este es un soldado de clase inferior que se dedica a colonizar planetas débiles junto a sus otros compañeros guerreros. Se nos muestra a los saiyajines en general como ogros que en su forma más animal eliminan a todo enemigo por doquier con tal de lograr su objetivo. No tienen remordimiento alguno cuando matan a los habitantes de otros planetas y una vez que su misión ha finalizado, buscan más combates para saciar su sed de sangre.


En la primera parte se nos presenta a estos curiosos personajes como seres salvajes, sin sentimiento alguno de empatía o humildad. Todo hasta que Bardock recibe, por medio de un ataque, la maldición de ser el profeta de la destrucción de su planeta. Las visiones llegan poco a poco mostrándole no solo la explosión del planeta Vegeta que lo llevaría a su muerte y de su especie, sino también a que su hijo se vuelva el guerrero más fuerte del universo enfrentando al mismo Freezer. Este último, en esta película, goza de asesinar a una especie entera, así como lo hicieron los androides con los humanos en el futuro. No vemos a un villano planificador como si sucede en la saga televisada, sino un asesino sin piedad alguna que no tiene temor alguno ni de matar a su propio ejército.


Acá el gran enemigo es el destino que Bardock quiere frenar. “Voy a cambiar el futuro” es una frase que este dice al enfrentarse a Freezer y aunque, al igual que su nieto en el futuro, las ganas están, pero no el nivel de poder. Bardock es un soldado de clase baja, un peón más que puede sacrificarse demostrando ser insignificante ante la bola gigante de poder que destruiría posteriormente a su planeta y especie.


La película destaca por secuencias de pelea, en las que resalta la sangre y lo físico antes que los rayos de poder. Como mencioné, es el destino el gran enemigo y acá, quienes en un momento Bardock llamó compañeros, ahora lo ignoran y lo consideran un loco cuando este les dice que deben enfrentarse al enemigo. Así como en la otra película comentada se juega con los colores. Se hace lo mismo con las sombras en los momentos más tensos, como es aquel en que Bardock corre a través de un pasillo desangrándose, y nos damos cuenta que será él solo y su causa contra su enemigo más grande a vencer. La música también es otro detalle a destacar. Acá no es una ópera fúnebre que nos acerca a la muerte en secuencias de terror, más bien es una música con tintes deportivos que acompaña a Bardock a enfrentarse a miles de enemigos en el camino y que vence. Como si se tratase de una maratón. Sin embargo, para el final, al igual que su nieto, este muere teniendo así su última visión que es la de su hijo enfrentando a quien no pudo vencer.


Como espectadores, ya sabíamos como ambas historias iban a acabar. No interesa el qué nos cuentan, ya que esa información y desenlaces se nos ha contado a través de una seguidilla de capítulos. Lo importante en este caso es cómo se nos cuenta. Desde el relato de un hijo de querer llenar los zapatos del padre hasta un hombre que quiere cambiar su destino que ya está escrito en piedra. Quizá, más interesante que ver a los héroes ganar es mejor verlos en la derrota. En mi opinión, las dos mejores películas de este universo animado.










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