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La más reciente película de Cameron Cairnes y Colin Cairnes explora hasta qué punto es capaz de llegar alguien por ser el número uno en el negocio de la televisión. Incluso si eso implica poner en riesgo la vida de uno mismo y de los demás frente a una posesión demoniaca.
Por Francisco Torres CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL
La cinta nos sitúa muy bien en la época en la que se da la historia. Los años setenta marcados por el fin de la guerra de Vietnam y el surgimiento de cultos satánicos. Es en este contexto que se cuenta la historia de éxito de Jack Delroy. Un conductor de un programa de televisión llamado Night Owls with Jack Delroy, que pese a su fama y manera de entretener que ha ofrecido a lo largo de varios episodios, nunca ha llegado a estar en el número uno del rating nacional. Incluso con un episodio especial respecto a un momento complicado de su vida es algo que no ha podido lograr. Así, De Noche con el diablo (Late Night with the Devil) remarca una frase que es parte de lo que atormenta al personaje principal: nadie recuerda los segundos lugares. Hubo un evento en específico en su vida que lo marcó, por lo que estuvo casi a punto de no volver a la pantalla chica. Sin embargo, luego de aquel suceso decide regresar triunfalmente con un show especial de Halloween y una serie de invitados especiales.
Lo mejor que hace esta película es que antes de mostrar los eventos principales, explica el origen del protagonista. Su historia de ascenso, su matrimonio, su pérdida y su afiliación a un culto conformado por personas influyentes que hacen rituales arcanos con la intención de favorecer o arruinar las carreras profesionales. Es esta la base fundamental de entender por qué pese a todo lo que ocurre en aquel día, Jack asume tantos riesgos.
La dinámica del programa se desarrolla mediante una constante tensión que se incrementa a medida que suceden eventos paranormales, empeorando así la condición del show. Esto se intercala con momentos fuera del aire, detrás de cámaras. De este modo, la película no recurre a jumpscares excesivos, sino que construye una atmósfera que mantiene al espectador atento y profundamente involucrado en los acontecimientos, previendo que todo terminará mal.
En primer lugar, esto se logra mediante el posicionamiento de la cámara respecto a los personajes, lo que da una sensación de romper la cuarta pared, haciendo que el espectador se sienta parte del público en vivo o como si estuviera observando todo desde su televisor. En segundo lugar, la figura de la menor que aparece en el set, con su manera de hablar, actuar y el peligro evidente que reside en su interior, da una sensación de impredecibilidad, incluso en los momentos de relativa calma.
Más allá del bien aplicado terror, lo interesante es la crítica a la obsesión por el éxito. Se utiliza lo paranormal para exponer cómo la codicia humana puede afectar, ya que Jack es una persona que sobresale en lo suyo, pero vive bajo la constante sombra del segundo lugar. Esta sensación de estar siempre a la sombra del programa The Tonight Show Starring Johnny Carson lo mantiene obsesionado con el rating televisivo. No es solo la propia percepción de Jack, sino también la opinión pública y los medios de comunicación los que generan la reputación de que es un segundón. Esto muestra lo despiadado que puede ser el negocio.
Otro punto a destacar son las actuaciones. Jack, siendo el protagonista, sobresale por su capacidad de generar empatía debido a su pérdida, pero su obsesión por convertir el programa de Halloween en el mayor éxito televisivo lo lleva a perder el control y caer en la locura. También destaca Ingrid Torelli, quien demuestra su gran talento al interpretar a alguien que parece estar en su propio mundo, combinando inocencia e inseguridad con terror. Su actuación recuerda a lo logrado por Linda Blair en su papel en El Exorcista, especialmente cuando lo demoniaco se manifiesta. Cada personaje está bien caracterizado: desde el productor Leo Fiske, que no tiene escrúpulos, hasta Madeleine, la esposa de Jack, que logra conmover. Cada integrante del elenco principal aporta algo importante.
En conclusión, De noche con el diablo nos presenta un retorcido espectáculo televisivo, con una obsesión desmedida por alcanzar la fama.