“Sin Novedad en el Frente” (2022): la guerra como carnicería

Edward Berger nos ofrece una versión fotográficamente deslumbrante de un clásico literario, pero que flojea al dar un mensaje sin sutilezas.

Por Alberto Ríos CRÍTICAS / NETFLIX

“Sin Novedad en el Frente” (2022). Fuente: Military Times

La guerra no es un acto heroico ni de valor. Es una carnicería burda llena de miedo, desesperación, suciedad y muertes sin sentido. La nueva adaptación de la novela Sin novedad en el frente, dirigida por Edward Berger, dio la sorpresa en los Premios Oscar, al ser nominada a nueve estatuillas. La cinta nos regala una obra cruda, visceral y sincera sobre los horrores de la guerra, donde los jóvenes van a morir por millones debido a los intereses de quienes esperan desde la comodidad de sus escritorios.

La película sigue la historia de Paul Bäumer, un joven soldado de 17 años que junto a sus amigos deciden alistarse en el ejército alemán para unirse en 1917 a las trincheras donde se libran las batallas de la Primera Guerra Mundial. Van con la idea de ser héroes, demostrarse hombres y formar parte de la historia del hasta entonces poderoso imperio germano, pero se topan con una realidad que dista de su visión romántica y épica de lo que una guerra es.

La escena inicial es una gran muestra de cómo filmar cine bélico, abriendo la película con una escena de combate (con una crudeza que recuerda la apertura de Salvando al soldado Ryan) en medio de las trincheras. Con una serie de planos secuencia notables y un combate bien coreografiado, la cámara se mueve libremente entre unas trincheras llenas de muertes y desconcierto, mostrando estéticamente que la guerra está lejos de ser un lugar cómodo y cálido. Pero a diferencia de una película como 1917, que aborda el mismo conflicto desde un solo plano secuencia, la puesta en escena y el movimiento de cámaras de la cinta alemana resulta mucho más natural y orgánico.

“Sin Novedad en el Frente” (2022). Fuente: AwardsDaily

La película hace un cambio hacia el pasado y nos muestra la escena en la que Paul se enlista falsificando la firma de sus padres (aún no ha cumplido los 18 años) para no ser el único de los chicos que se quede en el pueblo. Cuando va a la revisión médica le dan un uniforme al que han olvidado sacarle el nombre del soldado que lo usó (fallecido en combate). “Debe ser de otra persona”, dice el inocente Paul. “Seguramente le quedaba chico”, le responde un oficial que quita la etiqueta de un tirón y le vuelve a dar la vestimenta. Una simple forma de mostrar a los soldados como un producto desechable.

A partir de allí, la película irá intercalando las batallas, con tanques, lanzallamas, bombardeos y gas mostaza, con los momentos de paz. Es aquí donde el filme explora la humanidad, los deseos y miedos de los jóvenes soldados. Recibir una carta de la mujer amada, robar un ganso de una granja cercana para compartir con los camaradas, o una bufanda que te regala una chica con la que coqueteas en el camino, pueden parecer elementos simples para uno, pero son esas pequeñas cosas las que permiten que los soldados sigan sintiéndose como seres vivos. Donde hay muerte, aún logra florecer la vida.

Sin embargo, la cinta está lejos de ser perfecta. La subtrama de la negociación de la redención alemana resulta floja al lado de la trama principal, llevada de forma teatral y simplista. Termina siendo un punto de interés mucho más bajo que la trama principal. Además, no es una película que desarrolle demasiado a la mayoría de sus personajes. De hecho, la cinta se salta varios años hacia el final de la guerra, mostrando muy poco de cómo la misma afectó a los jóvenes soldados que vemos en pantalla. El problema es que terminan por ser indistinguibles entre sí, por lo que es difícil conectarse con ellos. A muchos les tocarán atravesar situaciones muy crudas y sangrientas y si bien uno los ve con la tensión que ese tipo de momentos transmiten, a veces ni siquiera tenemos muy claro quiénes son.

“Sin Novedad en el Frente” (2022). Fuente: IndieWire

El mensaje antibélico resulta claro, aunque conociendo la historia no es forzado. Sin embargo, está lejos de la potencia que tenía la versión de 1930 con esta nueva adaptación, esforzándose más por mostrar que las heridas sufridas por el protagonista a nivel mental no desaparecerán. No obstante, eso no impedirá que por momentos su lado humano salga a flote, como cuando asiste a un enemigo que agoniza para que no sufra una muerte solitaria, o guardar las fotos y la identidad de un enemigo para ponerse en contacto con su familia para pedir perdón. Resulta evidente, aunque efectivo.

Es técnicamente y a nivel de mensaje una película pulcramente realizada, con momentos visuales que demuestran un gran manejo de la cámara. Sin embargo, termina siendo el propio mensaje el que le da fuerza hacia ciertos públicos (los premios de la academia y el cine bélico tienen una larga historia en común), como el que la evidencia como una película fotográficamente deslumbrante, pero al servicio de una idea antibélica, poco sutil, que con el conflicto de Ucrania ha vuelto a tomar fuerza en el mundo.