El documental de Shannon Alexander, quien sirvió de escritor y productor además de director, es una exploración honesta sobre las citas en medio de la pandemia por el COVID-19. Un fascinante trabajo que no escatima en lo bueno y malo de buscar una conexión humana en la coyuntura moderna.
Por Sebastián Zavala Kahn CRÍTICAS / VIDEO ON DEMAND
A pesar de que fueron tiempos complicados y trágicos para muchísimas personas, da gusto saber, también, que la pandemia por el COVID-19 fue muy aprovechada por personas creativas, para desarrollar proyectos interesantes. Uno de ellos es Sex, Love, Misery: New New York, un breve documental que se centra en seis personajes distintos en busca de nuevas relaciones en la ciudad de Nueva York. Es un documental, pues, sobre primeras citas; sobre la química que puede existir (o no) entre dos individuos, y sobre peleas, alegrías y diferentes personalidades. No es nada complejo, pero se siente muy humano.
Sex, Love, Misery: New New York comienza introduciéndonos a sus seis protagonistas, los cuales eventualmente son emparejados a través de diversas citas a ciegas, para ver si es que logran entablar una relación o no. La pareja principal —en la que se centra más la película— es la de Aisha Kerensa (una chica liberal y alegre, que no ha tenido demasiada suerte en el amor) y Emile Filippi (un chico francés que, a pesar de parecer ser buena persona, termina siendo menos políticamente correcto de lo esperado). Pero también tenemos a Troy Weekes, alguien muy interesado en la música, que termina saliendo con Camila Allison, alguien muy centrada en el sexo y en la química inmediata. Y finalmente está Izzie Zuniga, una escritora algo formal que sale en una cita con Jack Terzi, un chico más bien distraído que no parece tener mucha experiencia con este tipo de situaciones sociales.
El documental se siente por momentos como una suerte de experimento social. Es como si el creador Shannon Alexander estuviese particularmente interesado en ver qué es lo que pasa cuando trata de juntar a completos extraños durante una pandemia global. El resultado nos termina diciendo mucho sobre el mundo de las citas, y lo que busca la gente joven (de entre 28 y 30 años de edad) en una ciudad como Nueva York. Hay gente interesada en el sexo; gente interesada en un futuro bien planeado, u otra más interesada en improvisar y no estresarse demasiado. Es una mirada interesante hacia la generación de los millenials, acostumbrados a los aplicativos de citas y a quedar decepcionados luego de conocer a alguien nuevo.
Resulta fascinante, por ejemplo, ver a estos personajes comentar sobre sus citas pasadas. Sobre cómo llegaban a un restaurante o bar para encontrar a la otra persona ya borracha, o sobre cómo eran llamados de frente para tener sexo en un lugar aleatorio. Sex, Love, Misery: New New York parece estar mostrándonos lo cómodas que se sienten estas personas en el mundo de las citas, lo cual no quiere decir, por supuesto, que no sientan ciertos nervios o que no se emocionen al ver al otro o a la otra por primera vez. Después de todo, lo que tenemos acá es gente interesada en tener algo de contacto humano luego de estar tanto tiempo sola, encerrada en casa. Y en ciertos casos, también es gente poco acostumbrada a salir y tener que interactuar con otro ser humano.
Sex, Love, Misery: New New York hace un buen trabajo humanizando a estas personas en poco tiempo —el filme dura poco más de una hora—, centrándose en una pareja en particular. Resulta interesante, por ejemplo, ver cómo la relación entre Aisha y Emile va evolucionando. Ella comienza súper interesada en él, emocionada por salir con un francés amante del vino y de la buena comida. Y él parece ser un buen tipo, amable y educado. Pero poco a poco, éste último saca a relucir su lado más políticamente incorrecto, comenzando a hacerle bromas pesadas a Aisha, burlándose de lo sensible que es, y hasta comportándose de manera algo sexista. Ese cambio en su relación —en la percepción que ella tiene de él— resume muy bien la travesía por la que ambos pasan en relativamente poco tiempo.
De hecho, se puede argumentar que todos los protagonistas de Sex, Love, Misery: New New York cuentan con personalidades bien marcadas y, curiosamente, con defectos que obligan al espectador a considerar las razones por las cuales no han encontrado todavía el amor. Emile es sexista y pretencioso; Aisha se hace demasiadas expectativas y sobrepiensa las cosas; Troy es quizás demasiado relajado y poco proactivo; Izzie es muy exigente (incluso quejándose de cómo otros redactan sus mensajes de texto); Jack parece tener limitadas habilidades sociales (y es curiosamente poco gracioso, considerando que se dedica al stand-up comedy), y Camila se enfoca demasiado en el sexo. No es que Sex, Love, Misery: New New York se concentre exclusivamente en los defectos de sus protagonistas, pero son estos, justamente, los que le otorgan algo de conflicto a la línea narrativa del documental, haciendo que se sienta como algo más que un simple ejercicio de observación hacia un puñado de personas variopintas.
¿A qué conclusiones llega Sex, Love, Misery: New New York entonces? Pues termina diciéndole al espectador que las relaciones siempre han sido complicadas, y que ahora lo son aún más, gracias a la pandemia del COVID-19, y a la proliferación de los aplicativos de citas. Parece estar diciendo, también, que encontrar a la pareja correcta no siempre es fácil, por más de que, en la superficie, la otra persona parezca ser la indicada. Y por supuesto, muestra a detalle las diferentes emociones y pensamientos que pasan por las cabezas de la gente que sale a citas prácticamente a ciegas; sus inseguridades, preguntas y sentimientos encontrados. Es así que el documental logra empatizar con estas personas (fallidas, complejas), y por ende, logra conectar con un público que podría encontrarse en situaciones similares. Efectivamente, lo que encontrarán acá es sexo, amor y (un poquito de) miseria, al igual que en la vida real.
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