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“Pobres Criaturas” (2023) o el viaje hacia el autodescubrimiento

La más reciente obra de Yorgos Lanthimos es una provocadora fantasía moderna sobre el descubrimiento y la liberación femenina. Entre sus fuertes, está la impresionante actuación de Emma Stone, nominada a los premios Oscar.


Por Alberto Ríos CRÍTICAS / CARTELERA COMERCIAL

El cineasta griego Yorgos Lanthimos ha forjado una trayectoria cinematográfica que se distingue por su enfoque único y su visión vanguardista. Desde sus primeras obras, como Canino (Dogtooth, 2009) y Alps (2011), hasta sus producciones más reconocidas como Langosta (The Lobster, 2015) y El sacrificio del ciervo sagrado (The Killing of a Sacred Deer, 2017), Lanthimos ha demostrado ser un narrador con una propensión hacia la exploración de mundos surrealistas y escenarios desafiantes. Su estilo distintivo se caracteriza por la dirección de actores, que se desenvuelven en diálogos formales y desapegados, creando un tono de extrañeza que se enraíza en lo incómodo y lo inesperado. Además de tocar temas de una manera provocadora e incómoda.


Pobres Criaturas (Poor Things, 2023), su más reciente filme, narra la historia de Bella Baxter (Emma Stone), una joven que ha revivido el Doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe), un deforme científico de la era victoriana. Bajo la protección de Baxter, Bella solo desea aprender. Hambrienta de la mundanidad que le falta, se escapará con Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), un sofisticado abogado con un punto de vista perverso. Juntos vivirán una aventura vertiginosa a través de los continentes, en la que Bella, libre de los prejuicios de su época, buscará su autodescubrimiento y liberación.


El primer tercio de la cinta recuerda estéticamente a las películas de terror de los años cuarenta, también conocidas como monsters movie. Un blanco y negro sumamente marcado, la presencia de prótesis de apariencia plástica y gomosa y una atmósfera distorsionada por la cámara manejada por Lanthimos. Aquí hay evidentes referencias y homenajes a Frankenstein (1931): un científico regresa un cuerpo a la vida. Bella (nuestro monstruo de Frankenstein del siglo XXI) buscará aprender a ser humana. No tiene recuerdos de su vida pasada, no conoce las convenciones sociales y se deja llevar por sus impulsos. 


El cineasta distorsiona la casa del científico, este espacio de experimentación y encierro, mediante el uso de un gran angular, incluso hay tomas usadas desde un ojo de pez. Esto es algo que ya vimos en La Favorita (The Favourite, 2018), pero aquí es llevado hasta un punto barroco, cargado. Lanthimos busca que su espectador no esté cómodo, con trucos que parecen influenciados por la obra de Stanley Kubrick. Cuando Bella huye en búsqueda de ver el mundo, la cinta pasa a color, se libera del “blanco y negro” que refleja su encierro. De cierta manera comienza su libertad.

pobres criaturas
"Pobres Criaturas" (2023). Fuente: Architectural Digest

Y es que esta cinta nos habla acerca de la emancipación y liberación femenina. Una versión adulta, libre de tabúes, explícita y provocadora de lo visto en Barbie (2023) de Greta Gerwig, al menos a nivel temático. La película narra su exploración sin tabúes ni preconceptos, centrándose en el descubrimiento del sexo y el uso de su propio cuerpo para el placer. Duncan Wedderburn, el astuto abogado encarnado por Mark Ruffalo, la acompaña en un recorrido por países europeos, aprovechándose de su inocencia y deseo. Sin embargo, Bella evoluciona de ser una muñeca extraña a alguien consciente de su situación y poder, desatando un cambio en su relación con Duncan y liberándose de las cadenas impuestas por los hombres. Lanthimos es sumamente explícito con la exploración de Bella, incluso provocador.


Sin embargo, el viaje de la protagonista no es sólo alrededor del placer, es también respecto a la sociedad, su papel en el mundo, la búsqueda de la igualdad, de la libertad de la mujer y de los roles de género. Una emancipación completa, enmarcada en un humor surrealista, irónico y punzante.


Emma Stone, quién ya había trabajado con el director griego en La favorita, regala una actuación atrapante. Actúa con todo el cuerpo, explora movimientos, gestos y detalles. Inicia moviéndose como una niña, que no es capaz de controlar su cuerpo. Hace una metamorfosis, que se va desarrollando conforme el cerebro de este ser revivido evoluciona y crece. Con una valentía y exposición raramente vista en la cinematografía actual. Stone se mueve de una manera cautivante y entregada; lejos de cualquier papel anterior que haya realizado.


La mirada de Lanthimos evoluciona, en el final de la cinta. Usualmente caracterizado por demostrar crueldad hacia sus personajes, aquí parece ver que pese a la oscuridad que pueda haber en el mundo que rodea a sus personajes, ellos son capaces de encontrar un espacio, aunque sea breve, privado y corto, hacia una final que haya valido el viaje realizado.



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