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El tercer largometraje del director de ¡Huye! y Nosotros tomó por sorpresa a la audiencia por su extrañeza y comentario acerca de cómo vemos al espectáculo. Ya se encuentra disponible en streaming.
Por Marcelo Paredes CRÍTICAS / HBO MAX
Algo siniestro acecha el cielo de Agua Dulce, California. Es en esa situación que los hermanos OJ y Emerald Haywood (dueños de un rancho de entrenamiento de caballos para películas y series) intentarán salvar su negocio, encontrando la forma de registrar a un ente en el cielo para ganar dinero. Y como ellos, Jupe, una antigua estrella infantil, también sacará provecho con un parque temático alrededor de eso. Lo que ninguno sabe es que pronto ese ente comenzará a ser más y más agresivo.
Nuestra fascinación por el espectáculo nunca tuvo moral. Sea por algo bueno (o también en buena parte malo) podemos estar al tanto de ese espectáculo armado en torno a ello. No por algo muchos sucesos mediáticos (en su mayoría negativos) suelen ser recordados más por las anécdotas que hay, los datos que genera y por supuesto, las historias que crean. Transformamos lo real en una ficción que, al ser más digerible, la podemos moldear a nuestro antojo por algo “entretenido”. La pregunta ahora sería ¿hay un límite en ese entretenimiento?
El trauma es algo muy presente en el cine de Jordan Peele. El modo en que sus personajes lo acarrean es lo que los termina haciendo presa fácil para el mal que siempre está donde uno menos lo espera. En su nuevo largometraje, esos traumas tienen que ser pasados por alto para poder seguir redituando con el espectáculo, a quien parecen rendirle pleitesía sin importar lo que este les termine haciendo. Al menos en el caso de OJ, veremos cómo se da cuenta que ese espectáculo evolucionó más de lo pensado.
Decir que es la película más ambiciosa del director por una mayor escala sería quedarse corto. A medida que fue avanzando, hemos podido notar también cómo ha evolucionado narrativamente, lo cual no quiere decir que maneje guiones más densos, sino por su modo de presentar el mensaje. Y es que si su película anterior (Nosotros) no me terminó de cerrar como ¡Huye! es por la no muy sólida unión que hay entre la historia y el subtexto, cosa que ahora no solo logra, sino que nos invita a ir más allá.
Peele hace algo muy curioso. Da lo que se espera que va a ofrecer, solo que con el desarrollo menos esperado. Sí, usa el tema de la invasión extraterrestre como excusa para contar otra cosa (nada nuevo la verdad), con la diferencia que igual no deja de dar una emocionante aventura clásica de ese estilo. De manera inteligente mezcla el terror, la comedia, el wéstern y la ciencia ficción para acercarnos a un relato en el que una tragedia que agrieta la relación de dos hermanos se tendrá que arreglar por una amenaza superior y solo hay una forma de solucionar todo.
¿Cuál es esa forma? Con el cine, desde luego. Más exactamente con el cine en su forma tradicional, una forma que la cinta, desde sus primeros minutos, nos muestra cómo está siendo desplazada. Desde el primer conjunto de imágenes en movimiento de Eadweard Muybridge, que tuvo como protagonista a un pariente de OJ y Emerald, hasta la tecnología del CGI que vuelve lo falso en realidad. Un tema fuerte es esa relación que se tiene hacia los formatos y su modo de cambiar con respecto a cómo nosotros también vemos todo ahora.
Nuestras ganas de consumir contenido llamativo, artificial y morboso se ha estado haciendo cada vez más grande, lo cual impulsa a seguir exprimiendo lo trágico (como Jupe y el incidente con el mono). Y si ya no hay de dónde, pues siempre existirán nuevas formas de seguir sacando cosas que satisfagan esa hambre insaciable. La modernidad del contenido ha crecido a niveles fuera de este planeta. Es un monstruo grande que observa para consumir y desechar a su antojo.
La película construye muy bien esa atmósfera de constante incertidumbre hacia una presencia enigmática, a la cual cada personaje le va dando su propio origen y propósito. Es ahí que se da pie a más de una situación tensa que se va mezclando con los diversos géneros mencionados. No cabe duda de que Peele dirige pensando siempre en la importancia de lo que se ve porque es la única forma que las ideas que formemos luego vayan más allá de la historia.
Además de la dirección y el guion, la cinta deslumbra por su reparto. Actuaciones que van de personajes pequeños, pero misteriosos (el excéntrico director como el máximo "autor" o el reportero de TMZ), a sus muy contrastados protagonistas, siendo la dupla de Daniel Kaluuya y Keke Palmer muy divertida, sobre todo por la segunda. Por último, si tuviera una queja podría ser su duración, que pienso no está muy bien aprovechada en el primer tramo al tomar un poco de tiempo en capturar todo el interés.
Nope es una rareza dentro de lo convencional. Una rareza porque dentro de la oferta de cine de esa misma línea, es una película que viene a proponernos la idea que todavía existe lo épico en algo que creemos obsoleto. En tiempos en lo que más parece buscarse una interminable colección de instantes breves impresionables que dan las pantallas, nos recuerda que la tradición, la bendita tradición, está más viva que nunca y que aún se puede disfrutar de un espectáculo clásico, entretenido y con algo auténtico para contar.
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