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Tras un largo de tiempo de espera, la nueva película del argentino Damián Szifron (Relatos salvajes, Los simuladores) llega a la cartelera peruana con un estreno muy discreto, pero que vale la pena ver por su calidad y dura crítica a la sociedad estadounidense.
Por Marcelo Paredes CRÍTICAS / CARTELERA COMERCIAL
Un misterioso francotirador acaba con la vida de 29 personas durante la noche de Año Nuevo, lo que causa un total caos en la ciudad. Será deber de la joven policía Eleanor Falco, junto al agente del FBI Lammark, ir tras el rastro de este criminal. En esta investigación, Falco, a través de sus propios problemas personales, logrará establecer una conexión particular con la persona que desea atrapar.
Damián Szifron es una de las voces más destacables del cine latinoamericano en décadas recientes. Su filmografía, aunque todavía corta, lo hace ver como alguien con un gran gusto por el cine de género y una muy marcada voz autoral que cuenta, en pocas palabras, el modo en que un individuo, dentro de su cotidianidad, puede acabar envuelto en situaciones extraordinarias.
Ya sea para luchar por una buena causa o por el hartazgo a vivir con la cabeza agachada, la obra del cineasta argentino está tan preocupada por problemáticas sociales como la de cualquier colega de la misma región. La diferencia está en que su cine nunca deja de ser uno de acceso para todo tipo de públicos, sin perder nunca su inteligencia. Sería ese éxito lo que tarde o temprano lo llevaría a probar suerte en Hollywood, y si bien ni la taquilla ni la crítica parecen haberlo acompañado, la calidad, en realidad, se mantuvo intacta.
El primer plano que nos introduce al mundo de Misántropo (To Catch a Killer) es uno con la ciudad puesta de cabeza. Esta, más allá de ser una decisión meramente estética, es una perfecta declaración de intenciones. Lo que vamos a ver a continuación no es el típico policial de héroes contra villanos, una donde un mal elemento se mete en un mundo correcto y ordenado. Lo que esto más bien será es uno donde el caos siempre estuvo presente y que recién cuando nos estalla en la cara es que podemos ver las fauces de la bestia y que no hay ningún tipo de escapatoria.
Y uno podría pensar que esta bestia podría limitarse únicamente a la identidad de quien sea que haya cometido el delito de acabar con la vida de tanta gente, pero no, Szifron sabe bien que es algo mucho más grande. El individuo se queda corto frente a la sociedad que lo crea, por lo que, si bien es importante saber quién comete los actos, lo interesante de la búsqueda es ver la cantidad de falsos culpables que hay en el camino.
Ya desde los planos amplios lleno de rostros poco detallados, ninguno sin mayor importancia que otro, es que sabemos que cualquiera en este escenario puede ser culpable. Dicha cobertura visual es algo a lo que el cineasta le da una particular atención, por cómo busca involucrarnos en la historia, invitándonos a conocer de primera mano una tragedia que ya se estuvo cocinando desde adentro sin que lo sepamos. No obstante, la única forma de develar lo sucedido será a través de solo una persona: su protagonista.
El personaje de Eleanor Falco me resulta muy llamativo. A pesar de que sus debilidades la hacen ver como alguien con quien se puede empatizar y apoyar en su viaje, es su actitud poco sociable y obstinada lo que la dota de una complejidad que no se suele ver mucho en el cine mainstream moderno. Claro que eso irá cambiando progresivamente con el pasar del filme y está bien que así sea, porque este trabajo para ella no consta solamente de hallar a un culpable, sino de encontrar una forma de exorcizar los demonios que la atormentan.
En la escena del encuentro con Lammark en la cafetería, este le menciona que una razón por la cual ella podría entender el actuar de este criminal es porque está igual de dañada que él. Un comentario, irónico en la superficie, que puede servir para darnos cuenta de que la conexión entre ella y esta persona es importante. Es a partir de este hecho que quiero retomar la idea de la sociedad como el verdadero antagonista, ya que, como hizo en la gran Relatos Salvajes, Szifron sabe que las personas no le dan la espalda al statu quo solo porque sí.
Lo distinto acá es que ahora ya no está en Argentina, sino en Estados Unidos, un país al cual se le suele ver como ese “lugar ideal” y que, si hay un problema, los buenos vencen a los malos fácilmente. Eso no sucede acá y lo que hay en su lugar es un país lleno de estigmas, obsesionado con el espectáculo vulgar y que da un mayor valor al consumo en masa que a un verdadero raciocinio a lo que tienen delante. Luces de colores y letreros grandes que rodean una ciudad que, así como crea héroes, también crea a los peores villanos, echándole la culpa a fenómenos que no suman a la discusión.
En otras cuestiones a destacar, tenemos el buen trabajo de dirección de fotografía que le da forma a una puesta en escena bien cuidada, cuya gracia está en engendrar el caos en lo que termina siendo un falso orden. Además, esta da fuertes detalles del estado crítico en que está el mundo donde viven y de cómo su protagonista encara su viaje, recordándonos que su actuar, para ser heroico, está lejos de ser algo verdaderamente decoroso, algo que también se ve en sus crudas escenas de acción. Por supuesto están también sus buenas actuaciones, con Shailene Woodley y Ben Mendelsohn dando lo mejor de sí en sus respectivos roles como Eleanor y Lammark.echos, porque será la confianza lo que nos empuje más al abismo de una obsesión sin fin.
Es una pena que Misántropo esté pasando sin pena ni gloria durante su estreno en cines. Curiosamente, eso quizá sea algo que ya el propio Damián Szifron vaticinaba en la película, siendo alguien nuevo dentro de un sistema al que intentó hacerle frente, y en represalia se quedó en las sombras entre tantas otras producciones de Hollywood. Puede que lo simple que parezca ello a primera impresión desanime, pero no debería ser motivo para dejarla en el olvido. Quedará en quienes podamos verla darle el valor que se merece como un excelente thriller hecho con clase y con tanto para decir del mundo actual que aterra de solo pensarlo.
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