Presentada recientemente en el Festival de Cine de Lima, el estilizado largometraje brasilero nos presenta una visión de la mujer desde la realidad política y social del país, por medio de la mofa y la crítica punzante.
Por Ana Lucía Alva CRÍTICAS / VIDEO ON DEMAND
Medusa recorre y burla, hasta cierto punto, la ola del fanatismo religioso en el Brasil contemporáneo. Mediante un mundo ficcional absurdo, surreal, cuestiona el conservadurismo de la sociedad que retrata. Un grupo de mujeres se encarga de perseguir y asustar a aquellas féminas conocidas como “promiscuas”, en conmemoración de Melissa (Bruna Linzmeyer), una actriz que fue quemada por una mujer vestida de ángel, con el rostro cubierto por una máscara blanca. Este acto le sirve a Anita Rocha Da Silveira, directora del filme, para narrar una historia controversial, de sugerencias políticas.
Con una mirada femenina del género y la tradición, Da Silveira construye escenarios fantásticos y mitológicos, para ponernos en un contexto severo y extremista, en el que las mujeres son privadas de cualquier tipo de actitud liberal, o son prácticamente tratadas como “esclavas del señor”, pero ante todo de una figura masculina. Dichos escenarios son construidos a través de un relato que nos encapsula en un mundo de dogmatismo religioso.
Conforme la película avanza, el mundo conservador se ve entrelazado con música de sintetizadores y colores de neón. Crea una estética atrevida y similar a la de un terror de autor, compacto y reflexivo. Nos coloca ante atmósferas similares a las de algunas películas de David Lynch o John Carpenter. Cuando uno de estos ataques hacia las mujeres “atrevidas y obscenas” sale mal, Mariana, personaje principal interpretado por Mari Oliveira, queda marcada con cicatrices y heridas visibles. Por ello, decide buscar a Melissa. Cree que todavía está viva en alguna sala de coma de un extraño hospital. Así, conoce a un grupo de personas, cuya visión y forma de vivir la hacen reevaluar todo lo que considera cierto en base a sus viejas creencias.
Inmersos en un ambiente entre onírico y sádico, los personajes de este filme de estética pop nos cautivan. A medida que Mariana va encontrando otra manera de pensar, relacionada con la libertad e identidad propia, se empieza a develar esta imagen de mujer independiente, fuerte y salvaje. Es mediante este quiebre que la obra empieza a tomar forma, impulsada y enmarcada por el feminismo.
Medusa relata la historia de mujeres que crecen en un terreno estrecho, injusto, sumiso. En un estado opresivo. Es un reflejo burlón, pero a la vez sensible de una difícil realidad que hoy en día toca a Brasil.
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