La última película del maestro surcoreano Park Chan-wook llegó por fin a la cartelera peruana para cautivar con sus imágenes absorbentes y enigmáticas. Es una de las mejores experiencias cinematográficas que las salas han podido ofrecer en este año.
Por Marcelo Paredes CRÍTICAS / CARTELERA COMERCIAL
Jang Hae-jun es un detective que vive entregado a su trabajo, y que intenta balancear con su vida matrimonial y el insomnio que lo aqueja. Todo cambiará cuando conozca a Song Seo-rae, una misteriosa mujer que será la principal sospechosa de la muerte de su esposo en la cima de una montaña. Será la búsqueda por saber la verdad aquello que conducirá a Hae-jun a un espiral de obsesión que desestabilizará toda su vida.
Muchas veces, cuando pienso en una película que en su momento me gustó mucho, no siempre recuerdo con tanta exactitud de qué va. Tal vez se deba ya a un tema personal mío, pero incluso sin tener eso presente, lo que sí me queda es lo que en su momento sentí al ver la cinta. Ya sea por la potencia de sus imágenes o por la presencia de algunos personajes, la experiencia audiovisual sentida en ese momento es lo que más queda en la memoria de uno.
Y es que lograr un impacto en base solamente a la impresión de las imágenes no lo hace cualquier cineasta. y alguien como el surcoreano Park Chan-wook sí puede hacerlo. A pesar de no haber explorado muy a fondo su filmografía, películas como Oldboy o The Handmaiden, si bien podrán ser recordadas también por sus reveladores plot twist, de igual modo son obras que manejan una puesta en escena magistral, con una serie de planos que no se olvidan fácilmente, sin la necesidad de recordar con precisión la trama. Dicho esto, considero que en su más reciente película esto es llevado a un nivel de calidad más que notable.
La decisión de partir (Heojil kyolshim, 2022) es una de las películas que más me han intrigado en mucho tiempo, al menos en lo que a estrenos se refiere. En su forma, es un policial con tintes románticos y ya desde su manejo del género está muy bien; no obstante, ello es solo la parte de un todo. Por supuesto que juega dentro de los parámetros clásicos del cine noir y eso se puede ver en su estilización visual o personajes arquetípicos. Pero, sus ambiciones no se quedan solamente ahí. Si quedé tan fascinado por lo que vi, fue por la complejidad con la que dota a las convenciones ya establecidas, significando también un reto para su director al guardar cierta distancia con sus trabajos previos.
Enfrentarse a una cinta así es como tener un rompecabezas disperso, pero en lugar de armarlo tú, eres solo quien observa cómo el director lo hace mientras te va mostrando a detalle cada pieza. Y en realidad eso es lo principal que hay que hacer: observar. Observamos del mismo modo que Hae-jun lo hace desde el inicio en la cima de la montaña, pensando que sus métodos serán siempre efectivos y que resolverá este caso, solo que no sabe que una vez que mire hacia abajo su caída iniciará. A partir de ahí, el punto de vista de los personajes será clave para ir captando todo lo que se nos irá presentando, mas no debe ser algo en lo cual habrá que confiar plenamente.
El director, como buen discípulo de Alfred Hitchcock, genera intriga manipulando al espectador. Ya desde el modo en que muchos de los planos están compuestos, uno puede notar que hay una división de dos lados, dos versiones de un relato tan parecido como diferente, logrando así un panorama poco certero. Sin embargo, la división no está solo en el caso policial, sino también en la doble vida del protagonista, ya que, como si de una infidelidad se tratara, usa la emoción de su trabajo, relacionándose con Seo-rae, como un escape a la tranquila y rígida vida hogareña con su esposa (una versión "menos emocionante" de la misteriosa mujer).
Pero, aunque estos encuentros pretendan lograr una cercanía entre ambos, dicha conexión nunca se podrá concretar del todo. La decisión de partir, como ya se dijo, es tanto una película policial como romántica, pero a través de una obsesión fantasmagórica, y sin que pierda una fuerte carga de sensualidad. Los ecos que hace a una obra maestra como Vértigo de Hitchcock, en que su protagonista, de similar profesión, se obsesionará con una mujer no por lo que es, sino por lo que este cree que es, hace que la película surcoreana parezca más un sueño lúcido que un romance basado en un contacto real.
Es por eso que, previamente, se hacía mención a un punto de vista engañoso, algo que puede vincularse a lo entreverado que puede parecer su guion. Esta no es una película que hay que entender desde los diálogos o su sucesión de escenas, sino desde sus imágenes y sonidos. No en vano se hace hincapié a la actividad de observar y a escuchar, y en parte a través de la tecnología, capaz de registrar todo en smartphones o smartwatches. Se requiere una minuciosa observación de los hechos, porque será la confianza lo que nos empuje más al abismo de una obsesión sin fin.
En otros aspectos a destacar de la cinta están sus dos enormes actuaciones principales, siendo Tang Wei quien termina ganándose todos los méritos por hacer de Seo-rae un personaje único. La puesta en escena del director, como ya se mencionó antes, logra transmitir muchas ideas, y si lo hace es gracias a una dirección de fotografía muy creativa, colocando y moviendo la cámara de tantas formas que es imposible no quedar impresionado. A eso se le suma un montaje tan bien hecho que sabe darle un dinamismo particular al filme, haciendo que también sea cómplice del gran engaño al que te conduce.
La decisión de partir es una película compleja cuya comprensión no llega de buenas a primeras y es ahí que reside su encanto. Es la búsqueda incansable por querer tener siempre el control, por querer tener los pies siempre firmes en la tierra, sin saber que habrá una fuerza envolvente que irá más allá de nuestro horizonte, y dejará una marca imborrable. Park Chan-wook no solo hizo, en mi opinión, la mejor película del 2022, sino una de las mejores en lo que va de la década, dejándonos una obra completamente desgarradora que permite continuar el legado de tantas obras parecidas que seguirán marcando la historia del cine.
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