Recientemente, la obra maestra del director Wong Kar-wai pasó por el Centro Cultural de la Pontifica Universidad Católica del Perú en una versión restaurada gracias a la plataforma MUBI. Es por ese motivo que, ahora ya finalizado ese ciclo, viene bien recordar por qué este filme romántico es mínimo en su narrativa, pero potente a nivel cinematográfico.
Por Marcelo Paredes CRÍTICAS / MUBI
Es Hong Kong en el año 1962. El señor Chow y la señora Chan viven en departamentos aledaños con sus respectivas parejas a las que casi no ven por motivos de trabajo. Al enterarse que les son infieles, ambos entablarán un vínculo que tendrán que mantener en secreto por temor al qué dirán.
Durante su primera etapa, el cine del director chino Wong Kar-wai lidiaba con el amor desde una perspectiva juvenil. Los romances, sean tiernos o ásperos, eran parte de vivencias del momento de sus personajes, los cuales buscan hacerle frente a una eterna melancolía producto del inevitable paso del tiempo. Relaciones que se juran eternas y en realidad son solo un paso más en la larga vida que se supone tendrán por delante. No sería hasta In the Mood for Love (Fa yeung nin wa), su séptimo largometraje, que intentaría hacer un cambio en cuanto a esa visión del amor.
No sería la primera vez que el cineasta busca remontarse a otra época para contar su historia. Sin embargo, es tal vez acá donde la decisión de ir al pasado sea mucho más relevante. Es sabido que lo que en ese momento buscaba era intentar rememorar, de una manera muy personal, su propia infancia en Hong Kong durante los años sesenta. Pero lejos de contar algo autobiográfico, lo que busca más bien es encapsular lo que en algún momento fue un estilo de vida lejano al del 2023, año en el que nos encontramos ahora.
Todo eso está presente durante el visionado de la cinta. Desde los cuadros con fotografías viejas que vemos en los primeros segundos, hasta los diversos espacios en los que los protagonistas se irán moviendo. Ver a la señora Chan moviéndose con esa cadencia tan especial para ir a comprar sopa o el humo que emite el cigarro que fuma el señor Chow son situaciones que, para ser pequeñas, el cineasta las usa como leitmotiv (al igual que la banda sonora) para expresarnos que ello que estamos viendo no es un retrato de la realidad, sino que es más un recuerdo abstracto de algo que alguna vez pasó.
Y es que es realmente increíble que una película como esta funcione. El guion, el poco que tiene, es muy básico, no hay momentos de mucha intensidad y hasta puede parecer que nunca llegamos a conocer del todo a los personajes. Seguro debe haber un grupo minoritario que por estas razones no les guste la película, pero son cosas así las que, por más extraño que parezca, la hacen la obra maestra que es. Eso sí, con esta mención al guion tampoco es que se busca minimizarlo. Por el contrario, se podría considerar algo admirable narrar algo tan poderoso de manera tan escueta.
Wong Kar-wai demuestra en In the Mood for Love una sensación de madurez en cuanto a cómo aborda el amor, algo que se había mencionado al inicio del texto. Esa madurez está manifestada en la ausencia de esos "grandes gestos". En su lugar prefiere dar una mirada más minimalista a este amorío secreto y lo que significa reprimir aquello que no estaría bien visto decir en público. Todo eso trabajado desde una poética visual que encanta por esa cámara que parece estar presenciando algo prohibido (por eso se mueve lento y se posiciona en lugares poco cómodos) limitándose a espacios pequeños que muestran el encierro que sienten internamente.
Claro que esta sensación de madurez y viaje en el tiempo a otra época no podría terminar de lograrse si no fuera por las dos espectaculares actuaciones de sus protagonistas. Tony Leung y Maggie Cheung son, en mi opinión, la mejor pareja que se ha visto en la historia del cine. Ambos encantan delante de cámaras porque, entre lo poco que hacen, el espectador puede percibir con facilidad esa tensión entre ambos. Una tensión que se tiene que reprimir, limitándose solo a este juego de roles en el que tratarán de entender su situación sin mayor éxito, incluso si un ambiente lleno de rojos saturados sea el lugar perfecto para hacer explotar la pasión.
Si In the Mood for Love es una obra maestra es porque, como muy pocas películas, logra desprenderse de una narrativa robusta para contar algo tan complejo a través de algunas de las imágenes más bellas que dio el séptimo arte. Wong Kar-wai consigue relatar una historia de amor madura, en la que el peso del pasado es agobiante. Es aquello que no se ve y no se dice lo que termina doliendo más. Los recuerdos de algo que pudo ser y nunca sucedió quedan enmarcados en un periodo específico, en el que muchos factores externos impidieron florecer algo mágico. Un desamor perdido en el tiempo.
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