“Hogar” (2022): heridas de un archivo familiar
- Mariano Viza
- 25 oct 2023
- 3 Min. de lectura
Después de 12 años, por fin se estrena Hogar de Jano Burmester. Al rescatar viejas películas y fotos caseras, el director hace una radiografía familiar a partir de un suceso en particular: un accidente automovilístico a los 13 años, que lo llevó a perder la memoria. Este documental explora las heridas que se han mantenido por años y el proceso al que se sumerge para poder sanarlas.
Por Mariano Viza CRÍTICAS / CIRCUITO CULTURAL

Hogar parte de un suceso en particular de la vida del director Jano Burmester: un accidente a la edad de 13 años que lo lleva a perder la memoria. Casi 20 años después, indaga en el pasado a través de películas caseras filmadas en 8mm, y con los recuerdos de amigos y familiares. Es en este viaje a su interior que, tratando de buscar su identidad, descubre lugares de su corazón y de su familia nunca antes expuestos. Es una película llena de dolor en la que se intenta sanar heridas mediante un viaje al pasado.
De inicio debo mencionar que Hogar es una película que esperé desde el año pasado al ver una storie que anunciaba un “en vivo” sobre el proceso de postproducción de la película. Indagando sobre la película me enteré que se había estado realizando por más de 10 años. Eso, sumado al hecho que se trataría de un documental que tira hacia lo autorreferencial, captaría mi atención por completo. Se estrenó en el Festival Lima Alterna del 2022, pero para mi mala suerte, no pude asistir a la proyección por conflictos de agenda. Un año después se estrenó en el CCPUCP, a inicios de octubre, y pude verla.
Lo que más aprecio de la película de Jano Burmester es el acto de recurrir al material de archivo. Hay una cercanía con el grano de la película 8mm, pero sobre todo con lo que se ve. No son imágenes perfectas, grabadas con un trípode o con un lente de cine, sino con una cámara casera. Esto me genera una calidez con lo que veo en pantalla. Se siente fidedigno respecto a lo que el director evoca con sus recuerdos. Aunque pensé, en un inicio, que la película se sostendría netamente en el material de archivo, esto no resulta ser así. Como decisión estética y narrativa, se filma escenas en tiempos actuales.

Los temas que aborda Burmester son fuertes, pero por propia mano del director no se cae en la exageración, y tampoco se tapan las heridas. No es necesario conocer de manera directa los problemas reales de los personajes involucrados para sentir empatía por lo que vivieron. Son simplemente humanos contando su vida, sus deseos y sus penas. Es la melancolía de sus relatos lo que nos acerca a ellos, ya sea cuando la madre habla de sus hijos o de su labor como voluntaria, cuando el padre relata su estadía en Europa, o cuando el mismo Jano trasluce sus problemas personales. La cámara no hace un primerísimo primer plano en sus ojos llorosos. El relato mismo que cuenta, su voz, el sonido, nos acerca a él.
En los testimonios o apreciaciones de los padres de Jano hallo una mayor naturalidad, pero también asombro. Naturalidad porque no solo se trata de una entrevista con la persona en plano busto hablando a la cámara, sino también de cómo Jano coloca la cámara, sea en movimiento o fija, para acompañar a los personajes en sus entornos laborales o personales. Puede que esté fija como sucede en el hospital, donde la madre realiza un voluntariado, o en movimiento cuando el padre está manejando o sacando una maleta de su closet. Nunca los invade. Solo los acompaña.
Me causa sorpresa el momento de la confesión de Jano y la decisión de no mostrar la reacción de sus padres ni la suya, y absorbernos en la voz de los que comparten escena. El sostenerse en imágenes casi abstractas hace que la narración de ese momento se sienta mucho más dolorosa y honda.

La música es el acompañante perfecto para todas las imágenes mostradas, sean del pasado o de tiempos más actuales. No satura la imagen ni está presente en toda la película, sino que entra sutilmente en los momentos esenciales, para acompañar lo que cuentan los padres, los hermanos y los conocidos de Jano, así como él mismo.
Hogar es una película notable de ese otro cine peruano que debe verse más. Transita entre el pasado del material de archivo y el presente con el que se conecta. En ese enlace impacta por su visión de la maternidad o de la paternidad, del abuso de sustancias, y de una vida que tanto se quería y que se deja atrás. El documental de pronto sí te deja un vacío, cierta sensación de que las heridas no se han cerrado en su totalidad. Acaso la película sugiere una dimensión más allá de la obra en la que el tiempo hará su trabajo.
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