Más allá del éxito de taquilla de la película de Greta Gerwig sobre la icónica muñeca Barbie de Mattel, se descubre en el largometraje un discurso que dista mucho de ser radical. El texto contiene spoilers.
Por Emilio Bustamante CRÍTICAS / CARTELERA COMERCIAL
Algunos comentaristas consideran que Barbie es una película feminista, y no falta quien ha dicho que se trata de una película políticamente radical. Discrepo. Producida por Mattel, la corporación creadora de la muñeca, pienso que Barbie es ante todo un vehículo de promoción y aggiornamento del producto, que no descarta -por cierto- una opción política, pero esta dista mucho de ser radical.
En el filme se plantean cuatro regímenes políticos: una ginarquía “radical” (Barbieland), un patriarcado “radical” (Kendomland), un patriarcado “moderado” (el “mundo real”), y una ginarquía “moderada” (Barbieland después de la restauración del poder Barbie). Al final, la protagonista opta por habitar el mundo real (es decir, el del patriarcado “moderado”) mientras que Barbieland restaurada se mantiene como utopía consoladora para niñas y un producto rentable para Mattel. Como diría Lampedusa, algo cambia para que todo siga igual.
Más allá del muy citado parlamento de Gloria sobre el rol exigido a las mujeres bajo el patriarcado, y las humorísticas representaciones de estereotipos machistas durante la ejecución del plan de recuperación del poder de las muñecas, obsérvese que la adolescente que tildó de fascista a Barbie ayuda a esta a reconquistar Barbieland (con lo que se “demuestra” que su juicio negativo sobre la muñeca era errado), cierto discurso feminista sobre nuevas masculinidades es ironizado (Ken dice: “soy un hombre deconstruido, sé que llorar no es una debilidad”), al director ejecutivo de Matell le interesa el dinero pero también la ilusión de las niñas, y Ruth Handler aparece como una bondadosa fantasma que da sabios consejos a Barbie y alude (como un pecadillo menor) al delito de evasión de impuestos que la alejó de la presidencia de la corporación.
Barbie es, en realidad, una película conservadora; en el mejor de los casos (o en el peor, según se le mire), es un filme bastante cínico.
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