El reciente filme de Santiago Mitre es una de las pocas producciones argentinas que llegan a nuestras salas de cine, aunque también se puede encontrar en Amazon Prime Video. Tuvo su debut en el Festival Internacional de Cine de Venecia, donde recibió nueve minutos de ovación.
Por Hitoshi Isa Kohatsu CRÍTICAS / CARTELERA COMERCIAL
El filme trata, como se puede asumir por el título, de eventos políticos que se desarrollaron en la década de los ochenta en el país sudamericano. Tras la transición a la democracia, la Fiscalía de la Nación tiene la casi imposible tarea de armar un juicio contra los líderes militares responsables de los ya conocidos secuestros, torturas y asesinatos del periodo dictatorial de Jorge Rafael Videla. Estos eventos reales se filtran a través de las convenciones del drama judicial, mezclado con elementos cómicos, los cuales pueden estar muy bien construidos, o en otros casos pueden chocar un poco debido al tema tratado. Ricardo Darín interpreta a Julio Strassera, abogado fiscal en el juicio, y Peter Lanzani a Luis Moreno Ocampo, fiscal adjunto. Son acompañados por un formidable reparto compuesto por Alejandra Flechner, Norman Briski, Carlos Portaluppi, Laura Paredes, entre otros.
Como se había mencionado, es un drama judicial y, en varios aspectos, uno arquetípico. La estructura es convencional: este abogado mayor y cínico, sin deseo de involucrarse en el juicio militar por temor a la inevitable controversia, es inspirado por la juventud que desea un cambio. La defensa toma el papel de sus antagonistas, varios discursos inspiradores son dichos y al final la causa del abogado protagonista es moralmente reivindicada. Un tanto predecible, pero funciona excepcionalmente bien. Es una película que no escatima en emociones. Su uso de una trama legal resulta beneficioso, pues simplifica complejos eventos políticos y sociales en un argumento familiar, en el que se ve la cotidianeidad de un fiscal enfrentado a una amenaza que incluye a su propia familia.
La película funciona por varias razones. Desde los aspectos técnicos, como una vistosa paleta de colores, entre azules y celestes que remiten al uniforme de los personajes juzgados, pero a la vez a la bandera argentina; la edición rápida, dinámica, acompañada por clásicos de la música popular de la época; hasta la increíble dirección de fotografía, que acentúa el dramatismo, el humor o la tensión. Verla en pantalla grande ayuda a apreciar mejor estos rasgos del filme.
También encontramos actores que lo están dando todo en sus performances. Por ejemplo, Laura Paredes, quien interpreta a una mujer que da un testimonio sobre sus experiencias durante el régimen dictatorial, tiene una escena en la que toda la potencia trágica de su personaje es empleada en un magnífico monólogo. Por su parte, los dos actores principales, Darín y Lanzani, ofrecen personajes que se mantienen entre lo realista y cómico, con todos los detalles de sus personalidades y sentimientos encontrados alrededor del caso que están tratando. Oscilan entre el carisma sarcástico y la labia veloz.
El único elemento que termina siendo un tanto desigual, especialmente en materia de tono, es el guion. Escrito por Mitre junto a Mariano Llinás, tiene varios momentos brillantes, en los que el diálogo es ingenioso y agudo, pero a su vez, insertado en escenas que son simplemente trilladas. A veces resulta un poco desconcertante ver a actores y actrices relatando algunos de los crímenes más devastadores e inhumanos, y que ello sea seguido por secuencias en las que la película clara y obviamente predica a la audiencia sobre sus propios mensajes, de una forma poco sutil, directa, sin sentido de la sugerencia. Es como hallar lo mejor y peor de un guion de Aaron Sorkin.
A pesar de ello, cuando el filme funciona, es excepcional. Sus puntos altos son mucho más resaltantes que sus bajos. Mitre y su equipo han entregado un largometraje que como producto final que es más que la suma de sus partes. Si no logran verla en salas de cines, recomendaría aprovechar su llegada a Amazon Prime Video.
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