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“Chabuca” (2024): el “blanqueamiento” de una estrella

La película de Jorge Carmona explora los orígenes de Ernesto Pimentel, desde su infancia llena de dificultades hasta el camino al estrellato con el personaje de la Chola Chabuca en televisión. Ya se encuentra disponible en streaming.


Por Francisco Torres CRÍTICA / NETFLIX

Para empezar, tengo que dejar en claro que soy consciente de que lo que se cuenta en esta película no es del todo verídico respecto a los hechos concretos que ocurriendo en la realidad. Hay un claro “blanqueamiento” de la figura de Ernesto Pimentel que hace que la película no se sienta del todo satisfactoria. Sin embargo, juzgándola como producto artístico considero que Chabuca es un acercamiento a lo que el cine peruano comercial debería apuntar. Es sin duda una propuesta interesante de cómo se indaga en los aspectos más importantes de la vida de un famoso.


Como bien se ha dicho, esta cinta ve dónde surge el protagonista. Su interés por el circo en su ciudad natal y la pérdida de su madre, que significa un primer punto de quiebre para el personaje, al ser ella la que más lo motiva a no dejarse sentir mal por sentirse diferente. Esto desencadena su migración hacia Lima junto a su abuela y tío. Es acá que ya con el pasar de los años explora un poco más su vena artística haciendo teatro infantil, así como su relación con sus amistades más queridas y su exploración sexual, la cual tiene su punto más intenso con el personaje de Andrés. Es en estos puntos que la película explora temas como el VIH, el prejuicio y la discriminación.


Se valora el intento de proponer un cine más reflexivo sobre asuntos sociales importantes, a través de un protagonista que enfrenta sus propios demonios internos. Sin embargo, se percibe una falta de exposición explícita del contexto conservador del que surge un personaje como Chabuca. Ser más confrontacional y directo con esta problemática es una característica que falta. A pesar de esto, la intención es clara, lo cual representa un comienzo para mostrar algo diferente de lo que usualmente ofrece Tondero.


Cuando se habla de lo que diferencia a Chabuca y evita que parezca una producción puramente comercial, es imprescindible destacar la fotografía de la obra. Especialmente notable es la secuencia inicial, que muestra a Ernesto Pimentel como Chabuca en el backstage de su programa televisivo, evidenciando signos de mala salud y dejando entrever lo que lo atormenta. Este momento destaca por su propuesta visual, que intenta comunicar algo importante sobre el personaje. Otro ejemplo notable es el plano en el que Ernesto Pimentel está sentado en su cama, con el imponente Misti de fondo, contrastando con la figura empequeñecida del protagonista.


Con el montaje inicial que establece el punto actual de la historia con Ernesto ya consolidado en el negocio del espectáculo, la película desentraña todo lo que tuvo que enfrentar para llegar hasta ese punto. Lo más destacado es la primera parte de la película, donde se muestra la relación crucial que establece con su abuela. Ella asume el rol de su madre, a pesar de sus limitaciones de salud. Los gags cómicos de su tío, que nunca trabaja, y sus primeras amistades, que se mantienen hasta tiempos recientes, también son importantes, ya que forjan la manera en que Ernesto se relaciona con su entorno. Sin embargo, el punto más débil se encuentra en la relación con Andrés. Aunque este personaje simboliza el gran amor de Ernesto, también representa el principal problema de la historia: la falta de matices en la caracterización de Ernesto Pimentel.


Está claro que Ernesto se presenta como el único afectado en su relación con Andrés, siempre quedando como el bueno de la historia, como si nunca se equivocara y los malos tratos solo vinieran del otro lado. Esta falta de matices le quita complejidad al personaje, perdiéndose así el carácter humano que debería mostrarse. No se siente realista ver a una estrella que, en la vida real, no fue un santo. El poder de los biopics reside en la posibilidad de ver tanto lo bueno como lo malo de la persona detrás del personaje, pero este no es el caso.


Como consecuencia de este afán de retratar al intérprete de Chabuca sin esa otra faceta suya, el monólogo final pierde peso, no por el mensaje en sí, que es muy importante, sino porque parece más enfocado en dejar bien parado a Ernesto que en ser una declaración sobre la importancia de la lucha contra el VIH. En conclusión, Chabuca tiene un gran despliegue técnico y ofrece una visión artística que se aplaude, porque no es lo esperado con el cine peruano comercial al cual estamos acostumbrados. Hay una intención de explorar los sucesos destacados que forjan a Ernesto Pimentel como persona y artista, pero esa esa falta de ejemplificar de manera notoria el conservadurismo de la época y el afán de enaltecer al protagonista que hace que esta película se quede a medio camino de ser una película realmente lograda.







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