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"Aún estoy aquí" (2024): la importancia de conservar el recuerdo

Tras un sorpresivo y agradable triunfo en la última edición de los premios Óscar, toca dedicarle unas palabras a la nueva película del brasilero Walter Salles, quien no dirigía un largometraje desde hace mucho tiempo, y que nos habla de los estragos de la dictadura y el valor que hay en la preservación de la memoria.


Por Marcelo Paredes                                                     CRÍTICA /CARTELERA COMERCIAL

“Aún estoy aquí” (2024). Fuente: IMDB
“Aún estoy aquí” (2024). Fuente: IMDB

Algo que me llamó la atención antes de ver esta película fue cómo, en Sudamérica, la historia suele repetirse trágicamente sin importar el país. Las dictaduras, como periodos oscuros que nunca deben desaparecer de nuestra memoria, nos obligan precisamente a eso: preservar el recuerdo de lo que fueron, para que, si ese mal regresa, podamos combatirlo sin que nos tome desprevenidos. Esta idea de conservación adquiere una relevancia particular en la cinta, que, desde el inicio, se siente como un recordatorio de una época pasada al que se nos invita a volver.

 

El interés que siento por eso no es uno que recaiga en reconstruir toda la historia de un país, tomando la vía fácil de enumerar una serie de hechos que tranquilamente podrían buscarse en Wikipedia. Acá se parte desde lo particular para reflexionar sobre lo general. El filme de Walter Salles no apunta hacia el rigor biográfico, donde se tenga un listado de sucesos que deben cumplirse para ligarlos a la historia real. Lo que el cineasta, responsable de otra gran película que aborda los males de un continente, como “Diarios de Motocicleta”, opta por hacer es tomar una historia en particular y abordarla desde su lado más íntimo.

 

Al inicio se deja bien establecida la dinámica familiar, mostrando ese escenario idílico como un oasis en medio de un terreno hostil, del que, al principio, solo se habla. Es recién con la desaparición del jefe de familia que el golpe de realidad cae con la fuerza suficiente como para quebrarlo todo. Esa coraza protectora que resguardaba a la familia se quiebra, permitiendo que el mal entre en sus vidas y dé inicio al calvario. Lo curioso es que, una vez que se produce ese cambio en la dinámica, lejos de exponer a flor de piel el dolor que la situación representa, este se expresa más bien mediante el silencio; sin embargo, esa forma sutil no implica que sea menos desgarradora, pues se busca encontrar una solución a algo que claramente sobrepasa las capacidades de los involucrados.

 

El cineasta no solamente consigue esa intimidad con el modo en que dirige a su elenco. Está claro que a estas alturas hablar de lo bien que actúa Fernanda Torres está por demás, porque sí, es excelente. En su lugar, sería bueno mencionar lo bien que se crea el drama mediante los espacios en que la acción se desenvuelve. La puesta en escena es una de encierro, de estancamiento, con la cámara perdiendo progresivamente su cadencia armoniosa de familia unida para moverse de manera más inquieta a la par que todo se desmorona. Adicional a lo mencionado, se tiene a la casa como el escenario principal, pasando de ser este lugar cálido y de cobijo a una gran cárcel que incluso es peor que la verdadera prisión a la que la protagonista es llevada.

 


"Aún estoy aquí" (2024). Fuente: IMDB
"Aún estoy aquí" (2024). Fuente: IMDB

El acto de encerrarse voluntariamente, sabiendo que hay un mal en constante acecho, es angustiante de mirar, con Salles reservándose los golpes dramáticos en escenas muy puntuales. El dilema de Eunice, más allá de querer saber dónde está su esposo, recae en guardarse ese dolor para que no afecte a toda la familia. Esa es una situación que, cinematográficamente, desde lo técnico y lo actoral, se trabaja de un modo que afecte igual e incluso peor que cualquier situación de tortura que podría haberse enfatizado en este tipo de historias. Ahí está lo que, en un todo, hace que se diferencie de otros relatos similares. Trabaja todo desde el melodrama clásico sin regodearse en miserias burdas.

 

Ahora, tras revisar las virtudes más evidentes, regreso a lo mencionado al inicio sobre el real propósito de la cinta. Me interesa bastante el modo en que se hace énfasis en la materialidad de la memoria. Las fotos, los vídeos caseros o los recortes del periódico son algunos de los objetos a los que Salles les da un especial peso. Con eso da a entender que esta clase de soportes (escritos o audiovisuales) no se deben dejar de crear o preservar, ya que es lo que a fin de cuentas mantiene vivo ese sentir colectivo respecto a una etapa tan dura de nuestra historia. No hay futuro que no pueda formarse sin un conocimiento del pasado, y el caso de Eunice Paiva, quien por años vivió con un vacío que la estancó en la época de las desapariciones, es la prueba perfecta de ello.

 

En conclusión, Aún estoy aquí (Ainda Estou Aqui) es un sólido drama que para dar la apariencia de ser una obra que solo busca conmover a la audiencia, también guarda consigo virtudes que valen analizar. Por un lado, funciona bien desde lo formal, como se evidencia en el juego de formatos y en el uso del fuera de campo, que son una muestra de ello, por resumir los puntos altos. Por otro lado, destaca por la manera en que entabla una conversación entre el tiempo que pasó y el que ahora vivimos. Es cierto que puede caer en alguna redundancia en los hechos que narra, así como en ligeras obviedades en su discurso. Dicho énfasis se acentúa especialmente hacia el final, sobre todo después del primer salto temporal, que es su principal falla.

 

Sin embargo, eso no significa que no sea una historia que destaca por la sobriedad con la que aborda situaciones tan duras. Además de hablarnos de los estragos de la dictadura, también aborda el tema de la familia y el dolor que implica no tenerla completa. No importa si crece y mira al futuro con mayor optimismo, como un paso que se da de manera natural. Podrán pasar los años, pero siempre será aquello que pasó, lo cual no debe olvidarse, y que hace que uno permanezca en ese momento, preservando ese recuerdo a toda costa para que no se desvanezca.



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