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“Anora” (2024): el dolor de los sueños

La cinta ganadora del Festival de Cine de Cannes de 2024, y ahora nominada a Mejor Película entre otros galardones en los Premios Óscar, es una dura fábula acerca de una bailarina erótica que sueña con un futuro mejor.

Por Alberto Ríos                                                           CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL

"Anora" (2024). Fuente: IMDB
"Anora" (2024). Fuente: IMDB

Sean Baker es un cineasta que se ha caracterizado por explorar la vida de personajes marginados con una mezcla de crudeza y humanidad. Sus historias suelen situarse en los márgenes de la sociedad estadounidense, ya sea en los suburbios empobrecidos de Florida, como en El proyecto Florida (2017), o en las calles de Los Ángeles, como en Tangerine (2015). Pese a las situaciones que pueden vivir sus personajes, como las personas trans de Tangerine o la madre trabajadora sexual de El proyecto Florida, Baker utiliza su lente para iluminar la belleza, la esperanza y el humor que coexisten con las dificultades. Su más reciente película, Anora (2024), sigue estos derroteros y consiguió alzarse con la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes de 2024.


Anora (Mikey Madison), una joven de Brooklyn de ascendencia rusa que trabaja como bailarina en un club nocturno, vive una rutina marcada por captar clientes para los exclusivos cuartos VIP. Una noche, conoce a Vanya, un ruso dos años menor que ella, cuya actitud y fortuna la intrigan. Después de una cita privada en la lujosa mansión de Vanya, Anora descubre un mundo de opulencia que parece sacado de otro planeta. La conexión entre ambos se intensifica rápidamente, culminando en un casamiento precipitado. Sin embargo, cuando la noticia llega a Rusia, el cuento de hadas de Anora se tambalea, ya que los padres de Vanya viajan a Nueva York con la firme intención de anular el matrimonio y recuperar el control sobre su hijo.


La película inicia con un ritmo frenético: se nos presentan escenas dentro del club nocturno iluminadas con tonos neón saturados, fiestas junto al joven ruso completamente desenfrenadas y momentos de sexo cortos pero constantes. La vida de Ani (así suelen abreviar su nombre) se nos presenta como un continuo rápido acerca de vivir el presente donde su cuerpo se ha convertido en su (única) herramienta de trabajo. Dentro de ese largo montaje, que se extiende durante la primera media hora del metraje, conocemos a los dos protagonistas: Anora, una chica jovial, soñadora y que no desaprovecha ninguna oportunidad para ganarse unos (miles) de dólares, y Vanya, el hijo inmaduro y despreocupado de un oligarca ruso que gasta todo su dinero en viajes y fiestas. Ellos entablan una peculiar relación. Pese a que él solo la quiere de forma física y por ciudadanía americana, Baker utiliza las miradas y gestos de Mikey Madison para darnos a entender que Ani desarrolla cierto afecto hacia él, y la seguridad que su dinero representa.


Luego de la boda, el ritmo de la película cambia y pasamos de un largo montaje elíptico de escenas cortas a permanecer 20 minutos en la sala de la mansión de Vanya. Apenas se enteran del compromiso de su hijo, sus padres envían a tres matones, bastante torpes, que harán todo lo posible para que el matrimonio sea anulado lo antes posible. Es allí que veremos 15 minutos de drama cómico delirante, en el que habrá gritos, patadas, narices rotas y objetos destrozados.



"Anora" (2024). Fuente: TinkOff Journal
"Anora" (2024). Fuente: TinkOff Journal

Posiblemente la trama podría recordar a Mujer bonita (1990), pero a nivel de tratamiento está más cerca de cintas de los hermanos Safdie como Good Time (2017) y Uncut Gems (2019). Baker tensa las situaciones dramáticas, rozando lo imprevisible, cambiando constantemente el tratamiento de géneros, pero manteniendo constante su cámara en mano, que, al igual que su protagonista, no es estable.


Anora es una versión moderna del cuento de la Cenicienta, de hecho, se reconoce como tal al mencionar a la princesa en un diálogo de Ani. Pero aquí, una vez dan las 12 y se acaba el baile, quien vendrá a buscar a la protagonista no será un príncipe encantador, sino una realidad descarnada que rechaza a las personas que viven en los márgenes de la sociedad. El hechizo se rompe, el castillo se cae en pedazos y el sueño de escapar parece imposible. Pese a ello, Baker no lastima ni somete a su personaje principal, tampoco la juzga ni la trata de víctima.

La actuación de Mikey Madison, a quien ya pudimos ver en roles secundarios dentro de Érase una vez en Hollywood (2019) y Scream 6 (2022) es hipnótica. Su Ani es un personaje con más matices de lo que podría parecer en un principio. Tiene momentos de comedia, de romance, de drama personal. Es el centro de la puesta en escena del director, quien no tiene miedo a encuadrar sus gestos dentro de primerísimos primeros planos en el que podemos ver los matices de su mirada y gestos.


La escena final, filmada en un plano casi estático y sin la presencia de música, es desgarradora. Sin ánimo de develar hechos de la trama, vemos la transformación y catarsis final del personaje, quien se muestra fuerte, se rompe, y quien parece duro intenta mostrar un gesto de ternura. Este cuento de hadas no tiene final feliz. Baker aborda las clases sociales, la realidad de las personas obligadas a vivir del trabajo sexual, la frivolidad de las clases altas y luego de horas de tragicomedia, cambia el sentimiento con el que mira la película y obliga al espectador a salir con un gran vacío por dentro.



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