El filme combina el thriller y el horror con un sardónico sentido del humor, y no es más que un simple y entretenido deleite, potenciado por altas dosis de violencia y gore.
Por Hitoshi Isa Kohatsu CRÍTICA / CARTELERA COMERCIAL
Seis criminales son contratados para secuestrar a la pequeña hija de un millonario, llamada Abigail (interpretada por la joven Alisha Weir, antes vista en el rol de Matilda en el musical homónimo de Netflix), una talentosa bailarina de ballet. Tras llegar a una mansión en la que tienen que se tienen que quedar por 24 horas para recibir el rescate, misteriosos y brutales asesinatos empiezan a suceder. Los cuatro sobrevivientes, Joey (Melissa Barrera), Frank (Dan Stevens), Sammy (Kathryn Newton) y Peter (Kevin Durand) tienen que sobrevivir y descubrir cómo estos horrores se relacionan con la niña que esta supuestamente encarcelada.
La película fue realizada por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, dúo que previamente había dirigido la maravillosamente satírica y mórbida Ready or not (Boda sangrienta, como se le llamó en el mercado peruano). Asimismo, fue coescrita entre Guy Busick y Stephen Shields. Busick había colaborado con R. Christopher Murphy para el screenplay de Ready or not. Estos datos se mencionan por la cantidad de similitudes entre ambos largometrajes.
Al inicio destaca la magnífica combinación de terror, violencia y acción con toques de humor negro, aunque se pierde la sátira social de la producción anterior. Asimismo, se incorporan elementos más superficiales, como una mansión ornamentada al estilo del viejo mundo, utilizada como escenario para secuencias elaboradas y emocionantes de persecución, explosiones de sangre y suspenso. Ambas producciones comparten un giro sobrenatural que transforma lo que inicialmente se presenta como un thriller de horror mundano. Sin embargo, en esta película, la figura del vampiro tiene un papel más predominante y aparece mucho antes en la trama.
Estas comparaciones no se hacen con el afán de descalificar al filme. La mayoría de rasgos mencionados son inmensamente entretenidos y no es de extrañarse que artistas repitan ciertos componentes en sus trabajos, especialmente si tienen un resultado cohesivo. Hay suficientes diferencias como para no sentir que se está viendo una repetición.
Dicho esto, aunque la acción es enérgica, especialmente en las escenas de persecución mencionadas anteriormente, que aprovechan tanto el entorno de la vieja mansión como el uso de una bailarina infantil como monstruo para secuencias cautivadoras, no hay mucho más que eso. No necesita más para ser una pieza amigable de entretenimiento. De cualquier modo, la falta de personajes interesantes puede afectar la narrativa, especialmente en lo que corresponde a las motivaciones de los protagonistas, que caen en clichés demasiado trillados.
Como su predecesor, Abigail es un trabajo consciente del absurdo inherente a su premisa, la de una vampira bailarina aterrorizando a un grupo de criminales. Exprime este concepto en un sentido humorístico, pero también es capaz de presentar excitante acción con una fantástica coreografía y una impresionante cantidad de gore y horror.