Lima Alterna ha exhibido la más reciente colaboración entre Hong Sang-soo e Isabelle Huppert. En esta el director surcoreano ofrece una reflexión sobre la comunicación y los vínculos humanos, explorando las emociones que se dan a través de los diálogos cotidianos. Con su estilo sencillo y naturalista, la película muestra cómo las palabras y los gestos esconden profundos sentimientos que revelan la esencia de las relaciones.
Por Alberto Ríos FESTIVALES / FESTIVAL LIMA ALTERNA
El director surcoreano Hong Sang-soo es conocido por su estilo minimalista y profundamente introspectivo. Sus películas suelen explorar las relaciones humanas y las tensiones emocionales a través de diálogos largos y aparentemente cotidianos, en los que pequeños gestos y situaciones revelan la complejidad emocional latente. En el Perú se ha podido visualizar su cine gracias a diversos festivales como Al Este, la Semana del Cine de la Universidad de Lima y Lima Alterna, gracias a este último se han proyectado sus dos cintas más recientes: A Traveler’s Needs y By the stream. Es sobre la primera que tratará la presente reseña.
Iris, una mujer francesa (Isablle Huppert), que inicialmente tocaba una flauta dulce en un parque y enfrentaba dificultades económicas, finalmente se convirtió en profesora de francés para dos mujeres, encontrando consuelo al recostarse sobre las rocas y dependiendo del makgeolli para su confort. Es a través de sus encuentros a lo largo de un día que comprenderemos la importancia de la comunicación y el idioma para el desarrollo de las relaciones personales.
El cine de Hong Sang-soo es el del minimalismo. Sus películas, todas variaciones del mismo estilo, suelen estar despojadas de grandes artificios técnicos, optando por una estética sencilla y directa que enfatice la intimidad de los personajes y sus interacciones cotidianas. Este enfoque minimalista no solo afecta la composición visual, que tiende a usar planos largos y estáticos con movimientos de cámara sutiles (en su mayoría zooms largos e inesperados), sino también el ritmo y la estructura narrativa. Hong prefiere mostrar lo ordinario con una mirada pausada, lo que permite al espectador observar con detenimiento las dinámicas entre los personajes. En ese sentido, el cineasta coreano tiene a Rohmer como uno de sus principales referentes.
Para esta nueva iteración de su cine retoma a Isabelle Huppert como su protagonista, quien ya actuó en In another country (2012) y en La cámara de Claire (2017). Aquí el cineasta coreano se centra en el poder del lenguaje, como ya hiciera recientemente el japonés Ryusuke Hamaguchi. Huppert interpreta a una profesora francesa en Corea del Sur que emplea un método poco convencional para enseñar idiomas. A través de preguntas en inglés basadas en experiencias personales de sus alumnas coreanas, redacta pequeños textos en francés que luego deben ser repetidos. Este enfoque combina la narración personal con la enseñanza, haciendo que las respuestas superficiales de las alumnas sean transformadas por la profesora en reflexiones más profundas sobre sus emociones. Su idea es que conecten emocionalmente con la nueva lengua para poder transmitir sus emociones en lugar de solo repetir frases estándares de un libro.
Como ya hiciera en The woman who ran (2020), el director construye su narrativa en encuentros (fortuitos o no), siendo las conversaciones las que detallen las ideas, sentimientos e ideas de los personajes. El problema es que parece que las propias ideas se pierden en la repetición, no por ausencia, pero sí porque su presencia se da por sentada. Las conversaciones filmadas por Hong no resultan tan atrapantes ni envolventes en idiomas extranjeros, tal vez porque resultan tan fortuitas e improvisadas por los actores como los encuentros vistos en su cinta.
Aunque los primeros dos encuentros presentan momentos característicos del cine de Hong, sobre todo sus repeticiones, resultan en una versión menor de su tan característico estilo. Sin embargo, el giro se produce en el tercer encuentro, y especialmente en la larga conversación en coreano entre Inguk, un joven con el que Iris vive, y su madre, que está intensamente interesada en todos los aspectos de su vida. Es ahí, con el coreano como lengua, que la conversación entra en profundidad y los personajes permiten sacar sus emociones reales, haciéndonos cuestionar también el pasado desconocido de la protagonista. Y es que el cine de Hong Sang-soo se basa en las conexiones y los vínculos. Cuando estos aparecen, todo lo demás puede resultar secundario.
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