"Aún estoy aquí" (2024): memorias que no desaparecen
- Hitoshi Isa Kohatsu
- 3 abr
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El director Walter Salles adapta el libro autobiográfico de Marcelo Rubens Paiva, particularmente la historia de la desaparición forzada de su padre, Rubens Paiva. El filme recientemente ganó mejor película internacional en los Premios Oscar de este año.
Por Hitoshi Isa Kohatsu CRÍTICA / PRIME VIDEO

Río de Janeiro en 1970, plena dictadura militar en Brasil. Eunice Paiva (Fernanda Torres), su esposo Rubens (Selton Mello), y sus cinco hijos pasan días felices en la playa, recibiendo amigos en su casa y escuchando música. La primera porción del largometraje nos presenta esta familia unida cuyo verano es de cualquier manera contextualizado por la situación política, militares en las calles y secuestros.
La tensión que nace entre la tenue felicidad de esta familia y el contexto histórico lleva a una trama más sutil y sobria una vez que Rubens es desaparecido y Eunice se encuentra prácticamente sola en tener que mantener el bien de sus hijos. La película se vuelve la búsqueda de esta mujer por su esposo, o al menos la verdad sobre lo que le pasó, a pesar de las incontables humillaciones y maltratos con los que se enfrenta.
Así seguimos a Eunice Paiva, la presión bajo la que tienen que vivir ella y su familia, las decisiones que tiene tomar y el cuidadoso balance que tiene que adoptar sobre cuanta información revelarles a sus hijos sobre su padre. Se ha escrito mucho, y no sin razón, sobre la actuación de Fernanda Torres: sutil, emocional, y devastadora. Lo más poderoso es que puede representar a una mujer bajo las circunstancias más terribles, pero debe manifestar fuerza para proteger a quienes dependen de ella, para que se sientan seguros aun cuando ella misma se está desmoronando por dentro.

El tema de la memoria, así como el de la posmemoria, ha sido extensamente tocado en el cine latinoamericano y Aún estoy aquí (Ainda estou aqui) es una de las notables adiciones a ese canon en tiempos recientes. La narrativa le otorga especial énfasis a las fotografías y al video como objetos que pueden capturar memorias que el cerebro humano mismo puede olvidar, una manera de conectar con lo sucedido aún cuando los detalles desaparecen o van en contra de la historia oficial. Es apropiado para un filme que adapta un libro que empieza con las palabras: “No recordamos las primeras imágenes y hechos de la vida”.
Esta historia de memoria y persistencia es encapsulada en una presentación finísima. Con una fotografía espectacular que captura los tonos cálidos del sol brasilero, la frialdad de una prisión militar y los detalles de la casa familiar que se vuelve escenario de ternura y melancolía. Así como una banda sonora llena de hits apropiados para la época que pasan de diegético a no diegético y viceversa de manera casi desapercibida. Todo ello le otorga cierta jovialidad al filme que contrasta con los eventos que representa.
Aún estoy aquí es una conmovedora película. Puede que trate un tema ya abordado, pero la majestuosa interpretación de Fernanda Torres en el rol principal le da un núcleo emocional verídico. El filme tiene una gran capacidad de representar tanto unión familiar, como inmenso desasosiego, así como comunicar la importancia de la memoria mientras los eventos traumáticos se alejan más y más.
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