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28 FCL: “Simón de la montaña” (2024): la comunión de los inadaptados

Actualizado: 9 oct

El primer largometraje de Federico Luis Tachella ofrece una mirada interesante a una comunidad marginada socialmente por su condición, al evadir cualquier estereotipo alrededor de ella. 


Por Francisco Torres                                  FESTIVALES / FESTIVAL DE CINE DE LIMA

La historia narra el vínculo que Simón establece con un grupo de personas con discapacidad. Sin embargo, se enfrenta al inconveniente de que, para poder pasar más tiempo con ellos, debe fingir que también tiene una discapacidad. Con la ayuda de uno de ellos, llamado Pehuen, Simón aprende cómo debe actuar para obtener un certificado de discapacidad y así integrarse completamente al grupo. La película retrata las experiencias de Simón con estas personas, desde su asistencia a una institución especializada hasta los beneficios que reciben en espacios públicos.


Simón es una persona solitaria, incomprendida en casa debido a su comportamiento rebelde y errático. Por eso se siente tan cómodo con personas que, en principio, parecería que no tienen mucho en común con él, pero que terminan siendo quienes mejor lo entienden. El protagonista no los ve como personas discapacitadas, no los reduce a esa condición. Por el contrario, los percibe como cualquier otra persona: inteligentes, astutos, con deseos y gustos propios. A diferencia de la mirada que la sociedad les impone, Simón los trata como iguales. Esta es la mayor fortaleza de la película: no retratar a estas personas únicamente como discapacitadas, sino otorgarles una dimensión humana más compleja, que trasciende la simple dicotomía entre lo bueno y lo malo.


La actuación de Lorenzo Ferro en el rol protagónico es bastante destacada porque dentro del elenco resulta siendo de aquellos que no tienen en la vida real ninguna condición especial. Sería fácil que haya caído en la sobreactuación, pero mantiene un realismo palpable. Los gestos, la mirada y la manera de comportarse suman a construir un personaje creíble. El corazón de Simón de la montaña reside en él, al ser quien ejemplifica a una persona buscando su lugar en el mundo. Es en esta intención de tener un sentido de pertenencia en la cual él en se termina creyendo su propio engaño, afectando así su vida en hogar, en especial a su madre. Ella es bastante comprensiva e intenta ayudarlo, pero Simón no quiere eso. Sus actitudes y acciones son cuestionables, en ocasiones al ponerse violento en casa. Ese contraste entre cómo se comporta con sus amigos y con su familia le otorga matices.


Existe una cuestión de interpretación respecto a la moral del protagonista. Aunque, como se ha mencionado, su motivación inicial es pertenecer a una comunidad que parece entenderlo mejor que su propia familia, también da la impresión de que busca aprovechar las ventajas que ofrece el hecho de ser considerado discapacitado: entradas gratuitas al cine, talleres gratuitos, entre otros beneficios. Esto dificulta que el espectador se ponga completamente de su lado. Además, Simón no proviene de un mal hogar; su madre muestra una preocupación genuina y saludable por él. Sin embargo, es la figura del padrastro la que le genera disidencias, ya que percibe la relación entre él y su madre como contraria a su idea de lo que debería ser un hogar.

Por otro lado, un aspecto técnico a remarcar es el trabajo con el sonido, ya que lo largo de la película Simón tiene en su posesión un audífono que le fue regalado por una de las chicas que tiene problemas de audición. Ese elemento constituye una forma que tiene el protagonista de adentrarse más al mundo en el que está esta comunidad. Es poder percibir las cosas de manera distinta. Hay momentos en los que el audio se vuelve ininteligible y en otros satura. Esta dificultad para escuchar claramente hasta encontrar el punto correcto refuerza la idea de ponerse en su lugar. Incluso cuando el audífono está bien ajustado para captar los sonidos, estos se perciben de manera diferente a como lo haría un oído normal.


Lo que es un tanto criticable es la resolución final, que no es del todo creíble. Hay un punto de quiebre en el personaje que está muy bien logrado, pero lo que le sigue no concuerda con la verosimilitud que se había estado construyendo hasta entonces. Las cosas terminan saliendo a favor de Simón, tal como él lo desea, lo que resulta en una solución fácil para esta historia.


En definitiva, Simón de la montaña tiene grandes aciertos por cómo se construyen las performances de los actores, el retrato reivindicativo de personas con discapacidad y el trabajo sonoro, más allá de la manera en que culmina.



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