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28 FCL: “Motel Destino” (2024), el éxtasis del infierno neón

La obra del director Karim Aïnouz es una inmersión en un mundo sofocante y erótico, donde las fronteras entre lo humano y lo animal se desdibujan, y los instintos primarios toman el control, siendo de esta manera un thriller cautivador.


Por Enzo Cereghino                                                    FESTIVALES / FESTIVAL DE CINE DE LIMA

Motel Destino es una destacable película del 28 FCL que oscila entre el thriller criminal y el thriller erótico. Karim Aïnouz arma un relato de altas temperaturas que juega con la idea de que el entorno condiciona al humano y hace que su instinto animal tome el lugar de la razón. Esto se da en la película a través de un lugar: el “Motel Destino”, un motel de sexo ubicado en medio de la costa noreste de Brasil. Ahí llegará Heraldo, un joven delincuente, quien es perseguido por los miembros de su banda para asesinarlo. ¿La razón? Llegó tarde a un robo que salió mal, lo que provocó la muerte de su hermano. Heraldo se refugiará en el “Motel Destino”, en donde la culpa y los recuerdos del pasado lo acechan. Seguidamente, laborará como obrero y asistente de Elías, el excéntrico dueño del hotel. Aquí también conocerá y se enamorará de Dayana, la esposa de Elías, recepcionista y quien mantiene todo en orden dentro del motel.


Desde el punto de vista de Heraldo somos invitados a descubrir el motel a través de encuadres fijos y cámaras de seguridad como si fuéramos voyeurs que invaden la privacidad de los personajes. El motel es el escenario en el que se circunscribe la mayor parte de la historia. Aïnouz genera en él un ambiente erótico y sofocante a través de la dirección de fotografía que exuda saturación y luces neón.


Por su parte, el diseño sonoro genera una atmósfera de permanentes gemidos y gritos de placer, por momentos hilarantes y por otros incómodos. En adición a esto, el hotel es concurrido por personajes variopintos que acuden a tener relaciones sexuales. A veces vemos también a animales merodeando en el alrededor tales como gallinas, burros y hasta una boa. Con todo esto, el mayor logro de la película es la creación del motel como un espacio vivo y envolvente. Aïnouz explota bien el potencial de este escenario, además de recrear situaciones excéntricas como la aparición del reptil o la muerte por infarto de un cliente. Poco a poco este lugar se irá asemejando a un infierno de tonos rojos y gemidos grotescos. Dentro de esta atmósfera hastía, los encuentros y desencuentros de Heraldo, Dayana y Elías movilizarán una trama en principio dirigida al drama criminal. A propósito, se crea una dinámica tensa entre estos tres personajes, quienes formarán un triángulo amoroso.


Esta película brasileña me recuerda a Terciopelo azul (1986), de David Lynch, sobre todo en la segunda mitad. Elías se asemeja al personaje de Frank, interpretado por Dennis Hopper, un hombre peligroso y con algún trauma psicosexual que logra dominar y manipular a los dos personajes principales. La locura de Elías parece devenir de una impotencia sexual que la trama sugiere en algún momento. Este personaje dice envidiar a los burros apareándose. Eso sirve como explicación de por qué es un voyeur. Este disfruta espiando a sus clientes durante el coito, y quizá también hasta a los animales del hotel. Como Frank de Terciopelo azul, Elías es un personaje impredecible de pulsiones eróticas y tanáticas a la par, pues además de sus desviaciones sexuales, es alguien violento y alterado que es capaz de matar a su esposa y a quien pretenda interferir entre ambos.

Pero Elías no es el único loco en esta historia. Heraldo tiene alucinaciones por lo que ocurrió con su hermano, mientras que Dayana tiene la manía de reírse en situaciones serias, peligrosas y de alto riesgo. Esto enriquece a los personajes. Los llena de detalles y les otorga originalidad, haciéndolos memorables en el contexto del cine latinoamericano, no tan usualmente enfocado en crear situaciones o personajes irreverentes, bizarros o absurdos.


Por otro lado, la película promueve una relación símil entre los humanos y los animales. Cuando los protagonistas marchan por el pasillo del hotel, los gritos y alaridos de placer que se oyen de los clientes no son distintos a los gemidos de los burros de Elías. Y las escenas de sexo protagonizadas por Elías son salvajes, largas y explícitas, como si por momentos dejara de ser humano. La película sugiere que en el “Motel Destino” los humanos van a convertirse en animales, y, a medida que avanza la historia y se establece que Heraldo y Dayana están a merced de Elías, comprendemos que ellos son solo dos animales más de los tantos que posee Elias. Él es el amo tanto de los animales como de los humanos. De ahí por qué los amantes deciden cobrar venganza del amo, labor que finalmente será consumada por la misma naturaleza, el mundo animal, quien se encarga de matarlo


Motel Destino resulta una propuesta barroca y altamente estilizada que resalta entre la mayoría de las películas que he podido ver en el festival. Aïnouz logra imágenes adictivas gracias a la dirección de fotografía de Hélene Douvart. Asimismo, presenta un diseño de producción vivo y colorido que exalta las pasiones intensas de sus personajes, así como también una banda sonora destacable en la que se combina la samba, el rock y el techno. El mayor logro de Aïnouz es haber creado un micro universo estimulante, creativo e ingenioso al aprovechar bien los elementos de su historia. Sus dos horas son ligerísimas de ver gracias al desfile de voyeurs, sadomasoquistas, delincuentes playeros y luces de neón que se despliega en la pantalla.







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